Santamaría augura una “nueva etapa” de diálogo con la Generalitat
Junqueras invita a la vicepresidenta a una relación fluida más allá de las diferencias
La toma de posesión de Enric Millo como delegado del Gobierno en Catalunya apuntaló la estrategia de Rajoy de abrir vías de diálogo. Oriol Junqueras envió ayer una carta a la vicepresidenta para iniciar un “diálogo fluido”, al margen del referéndum.
La agenda catalana será el principal reto, quizá también el gran quebradero de cabeza de la plenipotenciaria vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en esta legislatura, después de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, le haya encomendado la gestión del deshielo con la Generalitat tras cuatro años de guerra fría institucional.
Una voluntad de orillar la larga lista de desencuentros y reproches a un lado y otro del Ebro, recuperando cierta normalidad entre las administraciones, que Santamaría escenificó ayer en la toma de posesión de Enric Millo como delegado del Gobierno en Catalunya. Todo a la espera de que se concrete, primero, su encuentro en Barcelona con el vicepresident Oriol Junqueras y, después, la cita de los presidentes Mariano Rajoy y Carles Puigdemont.
Ante un nutrida representación institucional, con la presencia de la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (optó por un perfil amable pero discreto); el conseller de Exteriors i Relacions Institucionals, Raül Romeva (no aplaudió ni una sola vez); el exministro Jorge Fernández (mueca de nostalgia); Xavier García Albiol, y el líder del PSC, Miquel Iceta, amén de jueces, fiscales y mandos de la Guardia Civil y la Policía Nacional, la vicepresidenta dio por inaugurada una “nueva etapa”, una vez superadas las estrecheces obligadas por la crisis, en la que –insistió– deben brillar “el diálogo, el consenso y la lealtad institucional”.
Para Santamaría, que anunció una presencia en Catalunya casi constante–“van a tener que ponerme un despacho en la delegación”, bromeó– , el nuevo presente político se debe afrontar “no buscando en los demás el origen de los problemas”, sino tratando de “hacerles partícipes de las soluciones”.
Para ello Santamaría, con un optimismo que quiso superar por elevación un calendario independentista que fija en siete meses la fecha del referéndum, pidió a Millo que convierta a la Delegación del Gobierno en la “casa de todos los catalanes”.
Diálogo y consenso: nuevo mantra marianista en este inicio de legislatura, que ha llevado también al Congreso, y que para la vicepresidenta, si todos los implicados lo respetan, propiciará numerosos y “fructíferos acuerdos”. Por el momento, Santamaría y su equipo ya han empezado a analizar, como le confesó el jueves a Puigdemont en un aparte del acto de Foment del Treball, el documento con 46 reclamaciones de la Generalitat que Puigdemont entregó a Rajoy en su reunión en la Moncloa en abril.
En el palacio Montaner, tesoro modernista que acoge la sede de la Delegación, ayer el mensaje de la número dos del Ejecutivo del PP no sólo fue anotado por Romeva y
La vicepresidenta pide que “el diálogo y la lealtad institucional” protagonicen esta “nueva etapa”
Lluís Corominas (Junts pel Sí), también fue acogido por el PP catalán como la advertencia de un cambio de estrategia que puede conllevar un cambio en su equilibrios interno de poder.
Los cálidos elogios que Santamaría dedicó a Millo –“una buena persona, con experiencia y alejada de escenarios de radicalidad”–, sumados al hecho de que presentara al flamante delegado como “los ojos, la voz, la mano derecha e incluso la izquierda” del Ejecutivo del PP en Catalunya, contrastaron con su fría y protocolaria despedida de Llanos de Luna, muy criticada en su etapa de delegada por el independentismo, especialmente los ayuntamientos, debido a su estricto cumplimiento de las decisiones judiciales, con más de 400 recursos contencioso-administrativos interpuestos por acciones relacionadas con el independentismo.
Pero más significativo, si cabe, por la trascendencia del acto de la ceremonia, retransmitida en directo por TVE, fue el silencio de Santamaría y del propio Millo –sus palabras de agradecimiento fueron casi exclusivamente para Rajoy y “mi amiga y mi presidente Alicia (Sánchez-Camacho)”– respecto a García Albiol. Destinado en teoría a liderar después del congreso de febrero a los populares catalanes, en ciertos despachos e la Moncloa y Génova 13 no acaba de convencer, llegándose incluso a sondear a un posible sustituto este verano.
Con la elección de Montserrat como ministra y de Millo como delegado del Gobierno, dos dirigentes que no gozaban precisamente de la entera confianza de Albiol –este intentó colocar como delegado del Gobierno a Ramón Riera, su mano derecha–, se agranda la sombra de duda sobre su elección como presidente del PP catalán.
Con todo, Millo se ciñó en su puesta de largo al guión del nuevo cargo institucional que desempeñará a partir de ahora y prometió ejercer sus funciones “contando con todos”, con “diálogo” y no “con imposiciones”.
En un discurso en el que alternó el castellano y el catalán, tras jurar el cargo, Millo tendió la mano al Govern y a las diferentes instituciones catalanas para construir entre todos “un diálogo sincero y leal”.
Veterano político, entró en el PP en 2003 de la mano de Josep Piqué tras haber militado en Unió y (según Joan Puigcercós) haber intentado después fichar por ERC, Millo ahondó en su intervención en esa fama de “moderado y pactista” que le precede. “Voy a trabajar para reducir las distancias que nos alejan desde la “serenidad y sin estridencias”, declaró.
Los mensajes de Santamaría y Millo recibieron pronta respuesta a través una carta de Junqueras enviada a la vicepresidenta. En la misiva remitida ayer, el republicano solicita un “encuentro formal” en Barcelona y retomar un diálogo que “trascienda las conocidas y, tal vez, evitables discrepancias sobre el referéndum de independencia previsto para septiembre de 2017”.
Junqueras, que adjuntó en la carta el informe de la Cambra de Comerç que “revela la escasa inversión del Estado en Catalunya”, advierte, eso sí, de la firme voluntad del Govern de cumplir con “el mandato de la ciudadanía” de hacer posible el derecho a decidir.