La Vanguardia (1ª edición)

Fillon se convierte en el nuevo anti-Le Pen

El aspirante de la derecha francesa es un tradiciona­lista y liberal extremo

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Vuelco inesperado en la política francesa: el nuevo presidenci­able favorito se llama François Fillon. Olvídense de Nicolas Sarkozy, expulsado de la política y derrotado de la forma más humillante: por su propia familia y en la primera vuelta de unas primarias que el próximo domingo determinar­án quién es el candidato a presidente de la derecha y el centro.

Pongan entre paréntesis también al otro finalista, Alain Juppé, hasta ahora caballo blanco y favorito en todos los sondeos: su diferencia de 16 puntos con Fillon en la primera vuelta y los apoyos que está obteniendo éste para la segunda de otros candidatos descalific­ados, entre ellos Sarkozy y Bruno Le Maire, complican sobremaner­a la victoria del alcalde de Burdeos, defensor de una “gran convergenc­ia” moderada que incluya a centristas y desencanta­dos del hollandism­o contra la presidenta del Frente Nacional, Marine Le Pen, a la que todos los sondeos sitúan en la final de las presidenci­ales de mayo.

La derecha no quiere convergenc­ias moderadas. Quiere caña. Y Fillon se la da: “El programa de Juppé es demasiado prudente y no permitirá desencaden­ar el proceso de enderezami­ento nacional que necesitamo­s”, dice.

Pero si la derecha quería caña, ¿por qué ha descalific­ado a Sarkozy, tan cañero que hasta hacía migas con el Frente Nacional? Sin duda los malos recuerdos de su anterior mandato, el hartazgo general hacia su gesticulac­ión permanente, por no hablar de los casos judiciales acumulados: investigad­o en dos de ellos y vinculado a otros cinco, incluido el trajín de maletas de la presumible financiaci­ón libia de su campaña en el 2007.

“¿Se imaginan al general De Gaulle investigad­o judicialme­nte?”, dijo Fillon durante su camcha, paña. La frase tocó fibra sensible.

Si sólo hubieran votado los militantes más comprometi­dos de la derecha, quizá el expresiden­te habría tenido mejor resultado, pero el domingo hubo mucha participac­ión, más de 4,1 millones de personas (frente a los 2,7 millones de la primaria de la izquierda en 2011), entre ellos un 15% de simpatizan­tes de la izquierda que sólo votaban para cortar el paso a Sarkozy. Y la tercera parte de todos ellos decidieron su voto en los últimos días, cuando Fillon hizo buen papel en diversas aparicione­s televisiva­s...

La verdad es que nadie daba un duro por este político de 62 años, que se mantuvo cinco al frente de tres gobiernos –y tragando bilis– con Sarkozy, que en una ocasión le trató de “colaborado­r”.

François Hollande decía de Fillon que “no tiene ninguna posibilida­d” y he aquí el mapa del domingo: toda Francia es, a la dere- fillonista, a excepción de los enclaves de Juppé en su feudo de la Gironda y el resto del sudoeste.

La sorpresa nos enfrenta, una vez más, con lo imprevisib­le. Pasó con el Brexit, pasó con Trump y pasa ahora, a menor escala, con Fillon. Todo sumado, sugiere prudencia en cuanto a pronóstico­s para las presidenci­ales de abril/mayo. La victoria final del Frente Nacional sigue siendo improbable, pero estos avances de la imprevisib­ilidad sugieren que las cosas se mueven. Se mueven en un contexto podrido, de degeneraci­ón oligárquic­a de las democracia­s: donde izquierda y derecha pregonan en lo esencial la misma receta política socioeconó­mica, hay que estar preparados para la aparición de otras ofertas.

“No tiene ninguna posibilida­d de ganar”, dijo el presidente sobre el vencedor Con el derechista ha vuelto a ganar lo improbable, como con el Brexit y Trump El extremo programa que propone podría animar reacciones en contra de la izquierda

Sobre todo cuando eso viene de lejos, de treinta años.

Sea como fuere, con Fillon se avecina una política económica extrema y una posición tradiciona­lista católico-conservado­ra en cuestiones sociales. Fillon se declara contrario al aborto (cuya ley no piensa cuestionar, matiza) y es un partidario del movimiento La Manif pour Tous, que sacó a millones de franceses a la calle contra el matrimonio homosexual y cuestiones relacionad­as. Todo eso puede asustar mucho a la izquierda.

Si en la primera vuelta de esta primaria abierta a todos (basta pagar dos euros y firmar un papel) un 15% de os simpatizan­tes de la izquierda se movilizaro­n contra Nicolas Sarkozy, ¿a cuántos movilizará el domingo el miedo al programa de Fillon? ¿Se producirá una nueva victoria de lo inesperado? Habrá que ver. El jueves, último debate televisado entre los dos finalistas, Juppé y Fillon. Será muy seguido.

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PHILIPPE WOJAZER / REUTERS François Fillon, rodeado de periodista­s, llegando ayer a la sede de su partido, Los Republican­os, en París

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