De madrastra a princesa
LA exministra de Solidaridad y Cohesión Social francesa Roselyne Bachelot ha publicado un libro titulado À feu et à sang (a sangre y fuego), en el que explica su paso por el poder, con Nicolas Sarkozy como presidente de la República Francesa. Incluye varias anécdotas sobre la canciller alemana Angela Merkel, que le contó Sarkozy, en las que pone de manifiesto el respeto que sentía por ella, pero, al mismo tiempo, la curiosidad con que contemplaba al personaje. “No es fea, pero lleva cada chaqueta...”, asegura que le confesó. La frase cabalga entre el piropo y la desconsideración. La erótica del poder frente a la sobriedad del vestuario. Sarkozy parecía desconcertarse entre la política decidida e inflexible y la dama cercana, que prefería el abundante bufet de los buenos hoteles al frugal desayuno continental de la habitación. Y a la que le encantaba tomar una última copa en el bar antes que encerrarse en su alcoba tras las reuniones oficiales. Seguramente se entendía más con Sarkozy que con Hollande, pues al primero le enviaba películas e incluso le regaló un humidificador para sus habanos.
Merkel y Sarkozy compartieron ayer portadas en la prensa mundial. Ella, porque confirmó su candidatura en las elecciones del 2017, él, porque se quedó a las puertas. Merkel aspira a sobrevivir; Sarkozy es, en cambio, un cadáver político, al perder en las primarias de la derecha. No deja de ser curioso que la canciller se ofrezca como el freno al populismo y que el expresidente coqueteara sin ABS con él. Los viejos amigos no podrán reencontrarse ni volver a brindar con los vinos de la bodega del Elíseo, que tanto le gustaban a Merkel según la indiscreta Bachelot. Merkel ha pasado de ser percibida como la madrastra austera a ser la princesa generosa. La falta de liderazgo y el exceso de demagogias la convierten en la última esperanza para el continente. Nos hemos acostumbrado a sus multicolores chaquetas de tres botones y, como Sarkozy, nos parece que ha ganado atractivo.