La Vanguardia (1ª edición)

Los asesinatos de líderes campesinos ponen en riesgo la paz en Colombia

Las FARC piden a Santos el “punto final a este exterminio de inocentes”

- ROBERT MUR Buenos Aires. Correspons­al

La sombra de la Unión Patriótica (UP) planea sobre la paz colombiana. Cuatro asesinatos de líderes izquierdis­tas han encendido la luz de alerta ante el impasse del proceso de paz. El presidente Juan Manuel Santos ha convocado para hoy una reunión de urgencia. El segundo acuerdo entre el Gobierno y las FARC –que hoy podría firmarse en Bogotá– sigue siendo evaluado por los críticos y en las próximas horas podría anunciarse que no será ratificado en referéndum, sino por el Congreso. Mientras tanto, una buena noticia: Santos no padece cáncer.

Los cuatro líderes asesinados en los últimos días –tres el fin de semana–, más dos que sufrieron atentados pero se salvaron, eran próximos a Marcha Patriótica (MP), movimiento de izquierdas cercano a las FARC. Se trata de representa­ntes campesinos o sociales de zonas rurales y se apunta a sicarios pagados por caciques y terratenie­ntes.

Desde su fundación en el 2012, MP ha visto cómo mataban a muchos de sus líderes campesinos –17 en lo que va de año, asegura la organizaci­ón– y ayer denunció que se está cometiendo “un nuevo genocidio político en Colombia”, en referencia a lo sucedido en los años ochenta con la UP. Creada en 1985 en el marco de las negociacio­nes entre las FARC y otras guerrillas con el gobierno de Belisario Betancur, la UP logró representa­ción en el Parlamento y en los ayuntamien­tos, pero a partir de entonces sus dirigentes y cargos electos fueron cayendo como moscas, incluidos dos candidatos presidenci­ales. Varias fuentes estiman entre 3.000 y 5.000 los miembros de la UP asesinados por paramilita­res, narcotrafi­cantes o miembros de las fuerzas de seguridad al servicio de los terratenie­ntes y la oligarquía para evitar que la izquierda asomara la cabeza.

La transforma­ción de las FARC en partido político –una vez deje las armas, según establecen los acuerdos de paz– parece haber activado nuevamente el temor de parte del establishm­ent a perder su hegemonía, especialme­nte el control territoria­l de zonas rurales. “Hay una amenaza regional contra el proceso de paz”, reconoció ayer el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. La situación es grave y Santos ha convocado para esta mañana una reunión urgente para analizar los crímenes con el fiscal general del Estado y el ministro de Defensa.

“Si está comprometi­do con la paz de Colombia, actúe en consecuenc­ia poniendo punto final a este exterminio de inocentes cuyo pecado parece ser su pensamient­o crítico y visión de nuevo país”, exigieron ayer las FARC a Santos por carta.

Estos asesinatos se suman a la muerte de dos guerriller­os de las FARC la semana pasada en un confuso enfrentami­ento con militares, a pesar del alto el fuego. Por todo ello, cada vez más voces piden acelerar la ratificaci­ón del nuevo

Timochenko viaja a Bogotá y hoy podría firmar con el presidente el acuerdo antes de ser debatido en el Congreso

acuerdo de paz, que mañana será debatido en el Congreso. Los sectores más críticos, como el uribismo, solicitan cambios en el texto.

Mientras tanto, el líder de las FARC, Timochenko, se ha trasladado desde Cuba a Bogotá para la firma formal del segundo acuerdo de paz, que se podría realizar hoy.

Por otra parte, Santos anunció ayer que no se le ha reproducid­o el cáncer de próstata extirpado hace cuatro años. El presidente se trasladó la semana pasada de urgencia a EE.UU. para someterse a estudios que “descartan metástasis o tumor”, según tuiteó Santos. “Seguiré con tratamient­o que no afectará mis actividade­s”, añadió.

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FERNANDO VERGARA / AP Santos anunció en Bogotá que los análisis descartan que se le haya reproducid­o el cáncer que padeció

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