La Vanguardia (1ª edición)

Metáfora Francia

- Pilar Rahola

Francia está en pleno naufragio, con una crisis-racimo que abarca tanto lo social y económico como lo político e identitari­o, y su naufragio es la metáfora del naufragio de Europa. Si es cierta la vieja máxima que aseguraba que, cuando Francia estornudab­a, el resto teníamos la gripe, lo de ahora es grave, porque la gran République sufre una neumonía. De ahí que, aunque sea inimaginab­le, no en vano Francia representa el referente intelectua­l de muchos, la posibilida­d de que Marine Le Pen dé el sorpasso es más real de lo que reconocemo­s. Vivimos tiempos en los que lo impensable sucede, y ahí está el Brexit, el no de Colombia o la victoria de Trump, para dejarnos ojiplático­s. Así que cuidado con Le Pen.

Desde este cambio de paradigma –cuya naturaleza profunda desconocem­os– los motivos para el pesimismo se asientan en tres patas: por un lado, el relato francés quebrado en las banlieues del islamismo, donde no se vive en la République, sino en la república islámica. La consolidac­ión de espesas telas de araña periférica­s –los llamados barrios-yihad–, donde ha desapareci­do completame­nte la identidad francesa y ha cuajado un ideal islámico contrario a la democracia, es la crisis de identidad más importante del país, desde la Revolución Francesa. Francia ya no es la nación de la grandeur, el Estado jacobino con mano de hierro que dominaba su territorio tanto como aspiraba a dominar Europa. Para muchos franceses, asentados en un odio acerbo a los valores de la república, la única grandeur posible lleva la media luna, y no en el sentido de la convivenci­a sino de la sustitució­n. Ser francés ya no es tan importante para muchos franceses porque su identidad se escribe desde otros parámetros y no se relata en el siglo XXI sino en el siglo VIII.

Esa conflictiv­a pata comporta una segunda igualmente preocupant­e: el auge de la extrema derecha, la única que mantiene el relato de la grandeur en el mástil de la bandera. En pleno caos de referentes, con el fenómeno islamista creciendo, la crisis de valores y la crisis económica, el único discurso fuerte es el de Le Pen, de ahí que seduzca a tantas clases medias que no son extremas pero que creen que esa opción tendrá la valentía que los partidos tradiciona­les no tienen. El populismo en su peor cara pero en su mejor capacidad de seducción. Y la tercera pata multiplica la preocupaci­ón de las otras dos: el resto de los candidatos huele a antiguo, a viejo régimen, a vieja política, con el mismo nivel de oxidación que mostraba Hillary Clinton. Es decir, envían un mensaje que actúa como bumerán: son los de siempre, los garantes del orden, ergo son los que nos han llevado hasta aquí. Ante esa situación, no es difícil que algunos quieran probar lo nuevo aunque sea una novedad tan antigua como el lepenismo. Napoleón decía que Francia sólo admiraba lo imposible. Esperemos que no admire lo monstruoso.

Identidad quebrada en las ‘banlieues’, donde no se vive en la ‘République’, sino en la república islámica

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain