Donald Trump
PRESIDENTE ELECTO DE EE.UU.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha cometido la impericia y osadía de sugerir al Reino Unido el nombre de quien desearía ver como embajador británico en Washington: el ultra Nigel Farage.
No sólo vivimos en el mundo de lo que se ha bautizado como la posverdad, sino también de la posrazón y el postsentido común. Y en ese planeta, si es posible que Donald Trump sea presidente de Estados Unidos y Marine Le Pen aspire a serlo de Francia, y personajes como el ultraderechista holandés Gert Wilders desempeñen un papel destacado en la política europea, ¿por qué no puede ser Nigel Farage el embajador británico ante la Casa Blanca?
Trump, que ya ha demostrado que va a jugar con una baraja diferente, se ha atrevido a proponerlo en una clara violación de las reglas de la diplomacia, mediante un tuit en la web de su polémico estratega Stephen Bannon. “Haría un gran trabajo y a mucha gente le gustaría verlo en esa posición”, ha escrito el que será a partir de enero el 45.º presidente de Estados Unidos.
Oficialmente, Downing Street ha respondido con tacto que “el cargo no se encuentra vacante”. Extraoficialmente, fuentes del Foreign Office han comentado que se trata de una desfachatez, y que la primera ministra, Theresa May, se siente insultada por el atrevimiento. Pero mejor no echar leña al fuego, porque la relación especial con Washington es el pilar de la política exterior y de seguridad de Londres, y también puede serlo de la económica y comercial cuando se produzca el terremoto del Brexit.
El contundente rechazo del Gobierno británico a la propuesta le ha sentado fatal a Farage, para quien su condición de líder de la ultraderecha neofascista, racista y xenófoba, figura antiestablishment y amigo o conocido de Trump (a quien apoyó en las elecciones norteamericanas) lo convierte en la persona más cualificada para ser el embajador ante la Casa Blanca. Desde luego más que el actual titular, sir Kim Darroch, un diplomático de carrera con tres décadas de antigüedad, anti-Brexit, eurófilo y que ha ocupado cargos en Bruselas.
“Downing Street debería dejar de lado la animosidad personal y aceptar que el mundo ha cambiado en los últimos meses, y que mi proximidad a Trump me coloca en una posición única para defender los intereses del Reino Unido en Washington”, ha dicho Farage, que presume de ser íntimo de algunos de los asesores más radicales del presidente norteamericano electo, y de pasearse como Pedro por su casa por la torre Trump de Nueva York, centro alternativo de la diplomacia global hasta que se celebre la toma de posesión en enero.
La foto de hace diez días en la que Farage y Trump aparecen abrazados mostrando los pulgares en señal de triunfo no sólo ha dado la vuelta al mundo, sino que ha puesto de los nervios a la primera ministra Theresa May, a quien el líder republicano hizo esperar antes de recibir su llamada de felicitación como castigo por las críticas recibidas desde Londres durante la campaña, y que, ya antes de la propuesta de su nombramiento como embajador, temía que Farage quisiera ejercer de puente transatlántico.
Downing Street ha interpretado el triunfo de Trump como un espaldarazo al Brexit, pero al mismo tiempo teme las consecuencias del aislacionismo y las tendencias proteccionistas que el futuro presidente de Estados Unidos ya ha mostrado, su impacto sobre el coste de la seguridad europea, la guerra de Siria y las relaciones con la Rusia de Putin. El anuncio de que hará trizas el acuerdo comercial Transpacífico sugiere pocos favores cuando el Reino Unido quiera negociar un tratado bilateral en materia de tarifas y aranceles a las importaciones.
Por mucho que lo considere extravagante y peligroso, el Gobierno británico cree que necesita a Trump de su lado, y ya le ha transmitido su intención de invitarlo a visitar el país el año que viene con la alfombra roja extendida, estancia en el palacio de Buckingham o el castillo de Windsor, y cena de Estado con la reina Isabel como anfitriona. Paralelamente, el ministro de Exteriores, Boris Johnson, va por las capitales europeas pidiendo a sus colegas que no se precipiten en el juicio al millonario convertido en político, le den una oportunidad y lo juzguen sólo por los hechos. Londres está perdido, no sólo sobre el Brexit, sino también sobre la relación con Washington. ¿Farage embajador? El mundo se ha vuelto loco de remate.
El líder provisional del UKIP acusa a May de “anteponer su profunda fobia personal a los intereses de la nación”