Violación sin perdón
El proyecto de ley había causado una ola de protestas en el país
Las numerosas presiones han forzado al Gobierno turco a dar marcha atrás en su propuesta de perdonar a aquellos violadores de menores que se casaran con sus víctimas, una aberrante costumbre extendida por varios países musulmanes.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), de raíces islamistas, tuvo que dar marcha atrás ayer sobre el proyecto de ley en el que proponía suspender las penas de cárcel por abuso sexual de menores si no había mediado “fuerza, amenaza o cualquier restricción al consentimiento” y si el agresor se había casado con la víctima. Era un perdón retroactivo.
Desde que el viernes una comisión parlamentaria dio el visto bueno con su voto al proyecto de ley, la propuesta no había hecho más que provocar polémica en Turquía.
No es, a pesar de todo, una peculiaridad turca, sino extendida en el mundo islámico aunque por razones diferentes. En marzo del 2012 una menor marroquí se suicidó al ser obligada a casarse con su violador. A pesar de una reforma legislativa –en Marruecos–, los matrimonios de niñas menores siguen siendo autorizados mayoritariamente por los jueces.
El día que el proyecto iba a ser votado por segunda vez en el Parlamento turco y promulgado, ayer, la iniciativa fue retirada gracias a la oposición frontal del resto de los partidos. Pero sobre todo debido a las protestas que había despertado, especialmente por parte de colectivos feministas, que acusan al AKP de intentar “legalizar la violación”.
El partido, en el poder desde el 2002, quiere hallar una solución a las 4.000 familias afectadas en las que, asegura, la mujer debe hacerse cargo del hogar y la descendencia mientras que el progenitor cumple condena en la cárcel.
Ahora, explicó el primer ministro, Bilal Yildirim, la cuestión será “discutida en una comisión parlamentaria” por lo que todavía podría ser promulgada con enmiendas por el Parlamento, donde el AKP tiene mayoría absoluta.
Mientras hablaba Yildirim, la policía alejaba del Parlamento en Ankara con gases lacrimógenos a los varios cientos de turcos –sobre todo, mujeres– que se manifestaban contra el proyecto de ley.
La prensa progubernamental lleva varios días poniendo en evidencia que en realidad se trata de equiparar ante la ley los matrimonios legales y los religiosos, a menudo contraídos –sobre todo en el caso de las chicas– antes de la edad mínima legal.
“No son violadores, salvarán a las familias” o “Esperan en la cárcel a reunirse con sus esposas”, son los típicos titulares recientes de un diario como el Sabah, el más cercano al Gobierno.
En los últimos diez años y según cifras oficiales, en Turquía se ha celebrado casi medio millón de casamientos religiosos ilegales; es decir, que implican a menores. Sólo en el 2015 fueron más de 31.000.
A menudo el marido de este tipo de boda acaba en la cárcel cuando su esposa da a luz siendo menor.
En todo caso, Yildirim hizo públicos el freno y la marcha atrás de la nueva ley después de que el presidente, Recep Tayyip Erdogan, adelantara la noche del lunes que el problema debería ser “resuelto con un amplio consenso” de la sociedad.
Erdogan no puede permitirse más derrotas políticas; las masivas purgas contra opositores a raíz del fallido golpe de Estado de julio son cada vez más criticadas en Turquía. Ankara despidió ayer a más de 15.000 funcionarios.
La finalidad era legalizar matrimonios religiosos celebrados con menores; era un perdón retroactivo