La Vanguardia (1ª edición)

¿Mi nombre?

- Quim Monzó

Algunas veces he ido a un Starbucks. No muchas, pero a menudo son útiles si hace horas que paseas, por tu ciudad o por alguna otra, y quieres descansar un rato. Uno de los detalles que me fascinan de esos locales es esa costumbre de, cuando haces el pedido, pedirte el nombre para escribirlo en el vaso y luego gritarlo cuando ya está a punto. La primera vez que me encontré con eso –en un Starbucks de la Diagonal de Barcelona– cuando el camarero me preguntó cómo me llamaba contesté “Quim”. Al cabo de un rato gritó mi nombre, fui a recoger el vaso y vi que había escrito “Kim”. Pensé que me debió de tomar por un coreano, pariente quizás de mi admirado Gran Líder Supremo, Kim Jong Un.

Con la lección aprendida, la siguiente vez que fui a una de esas cafeterías, en Madrid, cuando el camarero me preguntó mi nombre le dije “Puuta”. Me miró mal. Decidí darle una explicació­n, no fuera a ser que creyera que se lo decía para putear:

–Es un nombre finlandés. Mi madre era finlandesa. Se escribe con dos us.

De manera que, cuando mi pedido ya estaba a punto, el joven gritó: –¡Puuta! Fui a recoger mi Mocha Frappuccin­o® y me senté en una butaca. Después supe que mi estrategia no era tan original como creía y que otras personas hacían cosas parecidas. Ahora, con la llegada de Donald Trump a la presidenci­a de Estados Unidos, este juego ha tomado un vuelo político. Muchas personas quieren que en sus vasos les escriban “Trump”. Según parece, todo empezó cuando, hace unos días, un camarero (partner, los llaman en Starbucks) preguntó a un cliente su nombre y este le dijo “Trump”. El camarero se negó a escribirlo, el cliente se cabreó y lo explicó en las redes sociales, con lo que ha generado toda una oleada de seguidores del presidente electo que, cuando van a un Starbucks, dicen que su nombre es ese y esperan con deleite el momento en que el camarero gritará en voz alta: –¡Trump! Con el hashtag #TrumpCup podrán ustedes comprobar la cantidad de selfies que hay colgadas en Facebook y en Twitter, con gente sonriente y mostrando a la cámara su vaso con la palabra. El creador del hashtag , un consultor político de Los Ángeles, trumpista declarado, explica a The

Washington Post que los pasos que hay que seguir son fáciles: “1) Ve a un Starbucks y diles que tu nombre es Trump. 2) Si se niegan a escribirlo haz un vídeo. Por favor, compártelo y que corra la voz”.

Yo, sin embargo, si no les sabe mal, seguiré con mi método para, cada vez que el camarero grite “Puuta!”, seguir imaginando cómo debió de ser aquella madre escandinav­a que nunca tuve. Por las imágenes de las jugadoras finlandesa­s que veo en los campeonato­s mundiales femeninos de curling me hago perfectame­nte una idea.

Un detalle que me fascina de esos locales es la costumbre de pedirte el nombre para escribirlo en el vaso

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