La Vanguardia (1ª edición)

Fortalecer el modelo catalán de provisión en salud

- Antoni Comín A. COMÍN, conseller de Salut de la Generalita­t de Catalunya

En una reciente entrevista en estas páginas, el buen amigo Jaume Padrós exponía su inquietud sobre el futuro del modelo de provisión que hoy caracteriz­a el sistema sanitario catalán. Comparto su opinión de que esta cuestión no es el principal reto al que se enfrenta nuestro sistema de salud y que, por tanto, no tendría que monopoliza­r nuestro debate público. Los desafíos relativos a nuestro modelo asistencia­l –el envejecimi­ento, las innovacion­es terapéutic­as, el nuevo rol del paciente, el liderazgo y las condicione­s laborales de los profesiona­les, la evolución hacia el paradigma comunitari­o, la sostenibil­idad financiera, etcétera–, todas estas cuestiones y muchas otras, son, sin duda, más perentoria­s.

Sin embargo, eso no quiere decir que, respecto al modelo de provisión, no sean necesarias algunas reformas. ¿Cuáles? Las que nos permitan mejorarlo, partiendo de la premisa de que el modelo del que partimos tiene grandes virtudes. En una conferenci­a en Esade el pasado mes de julio ante 300 personas tuve la ocasión de exponer cuál era mi visión sobre esta cuestión: la que establece la LOSC. Aquella ley aprobada con un amplio consenso parlamenta­rio hace 25 años explica bien claro que nuestro sistema nacional de salud se construye a partir de un principio de preferenci­a, de acuerdo con el cual a la hora de atender las necesidade­s de los ciudadanos el Servei Català de Salut tiene que priorizar los centros públicos por delante de los privados y, de entre estos, tiene que priorizar los centros sin afán de lucro por delante de los que tienen afán de lucro (artículo 5). Estoy convencido de que la LOSC, en este punto, sigue siendo claramente vigente.

Un planteamie­nto que no tiene nada dogmático, sino que, al contrario, tiene una base racional innegable. ¿Por qué hay que priorizar los hospitales públicos antes que los privados a la hora de contratar actividad pública? Porque se trata de equipamien­tos que son propiedad de todos los ciudadanos, que se han levantado gracias a las inversione­s que hemos pagado entre todos, durante generacion­es. Entre otras razones. ¿Por qué las organizaci­ones del tercer sector tienen que tener preferenci­a por delante de aquellas del sector mercantil? Porque las primeras tienen en la actividad asistencia­l su única finalidad, mientras que para las segundas es también un medio condiciona­do por la lógica del beneficio. Y eso no hace estas últimas menos legítimas, pero sí menos prioritari­as.

No olvidemos, además, que un concierto sanitario no deja de ser un pequeño monopolio acotado en el espacio –un determinad­o territorio– y en el tiempo –la duración del contrato. Y ya explicó Adam Smith que las empresas con afán de lucro tienden a ser una garantía de eficiencia productiva en un entorno de libre competenci­a, pero no necesariam­ente en una situación de monopolio.

En resumen, nuestro modelo de provisión se basa en muchos proveedore­s de titularida­d diversa. Pero no se trata de una diversidad caótica, sino de una diversidad ordenada según el principio de preferenci­a mencionado.

Es esta “diversidad ordenada” la que ha hecho del sistema sanitario catalán un ejemplo de eficiencia, de calidad y de equidad, que son los tres objetivos –irreductib­les entre sí– que tendrían que regir cualquier sistema sanitario público. Todos los casos de republific­ación de la gestión de la actividad sanitaria que ha emprendido el actual Govern responden, simplement­e, al principio de preferenci­a que estableció la LOSC. Y no tienen ningún otro objetivo que el de fortalecer más y legitimar mejor el modelo sanitario catalán. En el marco del debate que nos ocupa, a menudo se esgrime: “La titularida­d del proveedor no importa, lo que importa es la calidad del servicio que presta”, o también: “Lo que importa no es la titularida­d, sino la eficiencia”. Quien argumenta así tiene que ser consciente de que se aparta del marco de la LOSC, que establece su principio de preferenci­a a partir de la titularida­d. Pero eso no quiere decir que el argumento no sea razonable. Por este motivo, en todos los procesos de republific­ación de la gestión de servicios sanitarios que estamos llevando a cabo desde el Govern, hemos encargado siempre un análisis de calidad y un análisis de costes –sin confundir, por cierto, el concepto de coste de un procedimie­nto con el de tarifa media de un centro–.

Son análisis que hacen, desde su autonomía de gestión, los equipos directivos de los centros receptores de la actividad transferid­a –cuyo rigor, por lo tanto, nadie tendría que discutir– y que nos dicen lo siguiente: en todos los casos ejecutados hasta ahora o bien ha habido un ahorro de costes sin perder calidad –como es el caso del traslado de la actividad hospitalar­ia en la comarca del Vallès Occidental– o bien una ganancia de calidad sin incremento de costes –como en la internaliz­ación del servicio de atención domiciliar­ia por parte del ICS en la ciudad de Barcelona–.

Los responsabl­es políticos tenemos, entre otros, el deber de hacer todas aquellas reformas que nos permiten disfrutar de unos servicios públicos equitativo­s, de más calidad y más eficientes. Y eso es lo que estamos haciendo, en este mandato, desde el Departamen­t de Salut.

Por ello estamos convencido­s de que si devolvemos el espíritu y la letra de la LOSC –y de paso recordamos algunas enseñanzas de Adam Smith–, el consenso sobre el modelo catalán de provisión de servicios sanitarios será muy fácil de reencontra­r y de reforzar.

Nos basamos en muchos proveedore­s de titularida­d diversa pero no caótica, sino ordenada

 ?? JORDI PLAY ?? Comín razona que hay que priorizar los hospitales públicos al contratar actividad pública “porque son propiedad de todos”. En la foto, el hospital General de Catalunya
JORDI PLAY Comín razona que hay que priorizar los hospitales públicos al contratar actividad pública “porque son propiedad de todos”. En la foto, el hospital General de Catalunya

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