La Vanguardia (1ª edición)

No olvidéis Lampedusa

La última novela de Maylis de Kerangal, evocación de ‘Il Gattopardo’ y advertenci­a sobre el final de una época

- NÚRIA ESCUR Barcelona

Maylis de Kerangal nació en 1967 en la Costa Azul, entre mercados provenzale­s y macetas de lavanda, pero esa plácida imagen no es la que la persigue. Sus referentes emocionale­s y culturales viajan mucho más lejos. Tras dejarnos sin aliento en Reparar a los vivos, la escritora francesa se centró en el significad­o de Lampedusa (Anagrama), evocación alrededor de una palabra que busca remover lo que queda de nuestro maltrecho Estado de bienestar.

“Supe que Lampedusa era el nombre de una isla hará unos veinte años, cuando las primeras llegadas de emigrantes a su puerto y los primeros naufragios”, reconoce. “Por aquel entonces ese nombre era para mí el de Burt Lancaster, el de un príncipe, el de un mundo que se viene abajo, el de un escritor, el del mes de agosto, el de un niño...”.

Concebida como una novela –canto y ejemplo de escritura nómada iniciada en un tren rumbo a Siberia mientras la autora leía Los trazos de la canción de Bruce Chatwin–, acaba siendo un salmo por el que el lector se deja arrastrar. Una cadena de ideas asociadas atraca la mente de la autora. “Es una forma de arte poético. Me interesó la toponimia de Lampedusa, lo que sugirió en otro tiempo; hoy sólo se asocia a una tragedia”.

Lampedusa la lleva a pensar en los emigrantes, mientras sigue las noticias, pero también en el autor de Il Gattopardo, Giuseppe Tomasi di Lampedusa, escritor de una sola y póstuma obra. Y luego en la película... En su mente, Visconti filmó Il Gattopardo como un naufragio. “Sí, un mundo opulento con una vieja aristocrac­ia italiana desfasada. Algunas de sus escenas me recuerdan el pulso de nuestra sociedad actual europea”.

La novela se desarrolla en una sola noche de insomnio. “Ha sido uno de mis relatos más personales. En mi imaginario hago un ejercicio de estratific­ación del vocablo Lampedusa, le voy quitando capas...”.

Kerangal, en este baile de meditación y reacción, defiende que el nombre de Lampedusa ha catalizado muchas imágenes. “No quería un libro oportunist­a. El punto álgido de esa crisis de emigrantes llegó a finales del 2015. Y yo escribí esto en 2014, cuando no se hablaba casi del fenómeno”.

Reclama la autora el derecho a decidir lo que es compromiso político. “No me fío del escritor que lo mira todo desde arriba. Escribir siempre es un gesto político, pero, en mi caso, no lo muestro con un discurso, sino con una radicaliza­ción del lenguaje. Ese es mi compromiso”.

La filosofía que nos filtró Lampedusa en la voz del Príncipe Fabrizio de Il Gattopardo es un mantra que los políticos han ido repitiendo en el tiempo: “Cambiemos todo para que nada cambie”. Como no cambia el inicio de cada capítulo del libro, la misma anáfora de entrada: “En este punto de la noche...”. La noche más oscura para un mundo que creíamos conocer.

“Escribir siempre es un gesto político; en mi caso no un discurso, sino una radicaliza­ción del lenguaje”

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KIM MANRESA Maylis de Kerangal, en el Instituto Francés, donde presentó su novela

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