La Vanguardia (1ª edición)

“La sensación de constante desafío es lo mejor de King Crimson”

Tony Levin, miembro del legendario grupo británico, que actúa dos días en el Auditori del Fòrum

- ESTEBAN LINÉS Barcelona

King Crimson es una de las formacione­s referencia­les de la historia del rock, y sin duda el cénit de lo que en su día se denominó rock progresivo. Una banda fundada y liderada por el británico Robert Fripp desde 1969, que ahora regresa a Barcelona (mañana y pasado en el Auditori del Fòrum, 21 h) en su octava reencarnac­ión tras una ausencia de más de un decenio. El virtuoso bajista de la banda Tony Levin explica su relación con uno de los músicos más geniales y brillantes del rock.

¿Cuál es el funcionami­ento en el seno del grupo? ¿Cómo se decide, por ejemplo, el repertorio de esta gira? Robert [Fripp] nos propone los temas que deberíamos tocar. A menudo se las rebota a Jakko [Jakszyk, segundo guitarrist­a], y el resultado de todo ello es el material que ensayamos. Nuestros ensayos son comprensib­les, a diferencia de lo que pasa en otros grupos donde he colaborado, y así se pueden elaborar diferentes acercamien­tos sonoros de los temas. Esto es muy importante porque el grupo tiene tres baterías y no paran de ocurrírsel­es nuevas técnicas.

¿Se acuerda de la primera vez que trabajó con Robert Fripp? Fue hace cuarenta años, en Toronto, en las sesiones de grabación del primer disco de Peter Gabriel en solitario. Yo me sentí muy impresiona­do por la manera de tocar de Robert, y aunque sabía que en aquel entonces King Crimson no estaba activa, jamás hubiera imaginado que acabaría un día tocando en ella. Así que diría que hubo un considerab­le respeto musical, por suerte mutuo, desde el inicio de nuestra relación.

¿Y cómo fue el inicio de esa colaboraci­ón ya tan lejana? Me pidieron que me uniera al entonces cuarteto en 1981, con Robert, Adrian Belew y Bill Bruford. La idea al principio era no llamar King Crimson al proyecto, sino Discipline. Pero por alguna razón, antes de que el álbum del mismo nombre se pusiera a la venta, el proyecto se cambió, y las cosas se quedaron como estaban.

Una de las cosas más llamativas de los King Crimson actuales es que tengan tres baterías.

Fue una idea de Robert, típica para King Crimson, y por lo tanto una idea radical que nunca antes se había hecho. Sabiamente eligió tres baterías que no sólo tocaban muy bien sino que tenían imaginació­n al encarar ese desafío; de hecho, ¡él les enseñó a reinventar la manera de tocar la batería!

Para usted como músico ¿cuál es la mayor recompensa de tocar en una banda como esta? Es un gran reto en todos los sentidos. Este es, de hecho, lo que caracteriz­a al grupo, el desafío que implica para cada uno de nosotros individual­mente y como colectivo. Es lo mejor de tocar con ellos, es decir, progresar con mi instrument­o y no sólo quedarme haciendo lo que hacía hasta ahora. Y mirando al material clásico de King Crimson, conservar lo que tienen de especial las partes de bajo, pero a la vez introducir algo de mí para convertirl­as en algo musical propio.

¿Responsabi­lidad, presión por formar parte de una referencia gloriosa del rock? Antes de cada concierto yo sé, y todos sabemos, que los otros estarán trabajando al límite de sus habilidade­s. Sé también que cualquier error que cometa será notado por todos los otros músico, y si alguno de nosotros introduce algún elemento musical nuevo y especial, los otros también se darán cuenta. Y esto funciona bien.

¿Qué se aprende trabajando al lado de Fripp tantos años? Es un gran instrument­ista y compositor, y ha desarrolla­do el conocimien­to para llevar un grupo de forma ideal. Y esto no es un cumplido gratuito, porque son muchos los desafíos para dirigir adecuadame­nte una banda en lo profesiona­l y en lo musical.

Usted trabaja de forma regular en tres proyectos: en los Stick Men, con Peter Gabriel y en King Crimson. ¿Es sencillo? La transición no es tan dura como había pensado en un principio; todo depende del material musical que lleves entre manos, porque no es lo mismo hacer una sucesión de conciertos que una gira con un disco nuevo. Además de estos tres proyectos, hay un cuarto con el que giro cuando puedo, la Levin Brothers Band, que es un cuarteto de jazz donde también está mi hermano Pete. Me exige un sobreesfue­rzo, porque el jazz me obliga a adaptar mi cerebro y mis dedos a otro tipo de música.

Pero usted ¿qué se considera?

Soy bajista hasta el corazón.

FORMACIÓN ÚNICA Lo más destacado de la octava reencarnac­ión del grupo es contar con tres baterías

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PACIFIC PRESS / GETTY El bajista, en un concierto reciente en Turín

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