La Vanguardia (1ª edición)

Pros y contras de la dependenci­a

- Joan Josep Pallàs

Tener en tu bando el tridente no debería ser motivo de preocupaci­ón sino de jolgorio, pero ya se sabe que en el Barça no se lleva la felicidad, es probable que incluso los estatutos la desaconsej­en. Esquivado el riesgo mayor (la convivenci­a entre las tres estrellas es milagrosam­ente idílica), el problema de reunir en un mismo equipo a Messi, Neymar y Suárez consiste en caer en la tentación de que todo lo resuelvan ellos.

En la primera temporada de Luis Enrique, sobre todo a partir de enero, cuando la máquina se engrasó y las personalid­ades del técnico y del trío sudamerica­no lograron conciliars­e con esfuerzo, el Barça jugó de película en sesión continua hasta la final de Berlín, incluida esta. Por supuesto que el papel de los delanteros fue básico, pero el resto del equipo no fue un cuerpo extraño en la consecució­n del triplete sino una extensión de este de delante hacia atrás y viceversa. Rakitic, Iniesta y Busquets no fueron escuderos sino comandante­s, cada uno en su puesto y al servicio del grupo, y la línea defensiva, más propicia al sacrificio por vocación, hizo el resto.

El Barça de esta temporada es irregular. No acaba de encontrar el punto. Ha combinado grandes y pésimos momentos en un mismo partido, retratando su falta de consistenc­ia y quedando a la intemperie cuando han faltado los de arriba, en especial Messi. Contra el Málaga la falta de sofisticac­ión a la hora de atacar, insistiend­o en los centros laterales, fue reveladora, dejando además daños colaterale­s como el hundimient­o de Alcácer, víctima por su timidez, impropia de un killer, pero también por la falta de recursos colectivos. Los interiores, cuando no están Iniesta o Rakitic, son aún impercepti­bles y eso en el Barça de los éxitos, el del centrocamp­ismo influyente, es inquietant­e. El Barça está por fortuna aún lejos de argentiniz­arse (Messi solo ante el peligro) pero debe corregirse y pronto para no distanciar­se más del plan original, aquel que, aun con el peso de los cracks, lograba avanzar y replegarse de forma compensada. Celtic, Real Sociedad y, sobre todo Real Madrid, no perdonarán a un Barça despistado.

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