La gran lacra de los Juegos
El lunes cayeron 12. El pasado jueves fueron 16. El goteo es constante y la historia se reescribe cada día, con podios montándose y desmontándose cuando ya nadie recuerda ni cómo fueron las pruebas. La iniciativa del COI de reanalizar muchos controles antidopaje de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012 para cazar a deportistas tramposos que en su día se marcharon de rositas ha provocado el derrumbe de multitud de carreras y que en algunos casos las caretas queden encima de la mesa. A la hora de escribir estas líneas más de 75 deportistas, entre ellos al menos 40 medallistas, han sido descalificados y borrados del historial de las citas olímpicas de hace cuatro y ocho años. La mayoría de ellos son de Rusia o de países vecinos del antiguo bloque del Este.
Por un lado, es encomiable que la lucha contra el dopaje no dé tregua. Por el otro, los resultados suponen un golpe tras otro para la credibilidad de las competiciones.
La española Lidia Valentín conoció el lunes que definitivamente se colgará el oro de Londres 2012 en halterofilia por la exclusión de las tres competidoras que le precedieron. Es decir, un podio nuevo al cien por cien. Las competiciones de halterofilia o de algunos lanzamientos de atletismo, como los de peso o martillo, suelen estar bajo sospecha por los malos precedentes que les persiguen, pero no son las únicas pruebas. Hay otras más vistosas y populares que se ven salpicadas. Es el caso de la de salto de altura femenino de Pekín. En los últimos días se ha conocido el positivo de dos saltadoras más, la rusa Elena Slesarenko, que quedó cuarta, y la ucraniana Vita Palamar, que fue quinta. Estas dos expulsiones se suman a la que ya se conocía, la de la también rusa Ana Chicherova, que se colgó el bronce en su momento y que fue oro en Londres 2012. Esto ha provocado que Ruth Beitia, campeona en los pasados Juegos de Río, suba a la cuarta plaza de Pekín y que la estadounidense Chaunté Lowe tenga todos los números para escalar a la tercera posición. Lowe ha participado en cuatro Juegos y nunca ha ganado una medalla. “Esto supone reescribir completamente mi historia olímpica”, ha declarado la atleta a The New York Times en un extenso informe sobre la situación. La semana pasada estaba sentada tranquilamente en su casa cuando recibió un mensaje en Facebook. Le escribía una atleta alemana contra la que compitió en Pekín y le decía lo siguiente: “Felicidades, medallista de bronce”. “Era joven y prometía. Había patrocinadores que estaban interesados en mí, pero la mayor parte de ese interés se acabó cuando quedé fuera del podio”, añadió Lowe.
Eso le pudo ocurrir también a la keniana Milcah Chemos Cheywa, cuarta en los 3.000 metros obstáculos de Londres. Ahora se hará con el bronce tras la confirmación el lunes de la sanción a la campeona olímpica, la rusa Yulia Zaripova. La atleta dio positivo por el esteroide Turinabol, uno de los productos más utilizados, como el Stanozolol. Lo curioso es que estos dos fármacos ya se empleaban como gasolina extra para los deportistas de la Alemania del Este en los setenta y ochenta. En esas décadas se calcula que unos 10.000 atletas fueron alimentados con estas sustancias. El Oral-Turinabol es tan antiguo que fue la base del programa de dopaje de la RDA. Se le conocía como alubias azules. La Alemania comunista se hizo con 519 medallas olímpicas. Con un precio altísimo en la salud de los deportistas. Muchos de ellos sufrieron enfermedades y cambios en su fisonomía.
¿Por qué las revisiones de los análisis producen muchos nuevos resultados? Porque son exámenes que consiguen detectar en un periodo más grande de tiempo la sustancia en el cuerpo mientras que en su momento el laboratorio olímpico tanto en Pekín como en Londres era incapaz de encontrar la trampa. Por ejemplo, en los Juegos del 2012 el laboratorio sólo halló ocho posibles infracciones. Una cantidad que se ha demostrado irrisoria.
A LA VIEJA USANZA Los productos más detectados estaban en la base de los éxitos de la RDA en los setenta y ochenta