La Vanguardia (1ª edición)

“Y Rajoy me contestó: ‘A veces lo más urgente es no hacer nada’”

¿Edad? Voy a ser abuelo primerizo: eso es tener futuro. Nací en Matamá (Vigo). Las élites cosmopolit­as dogmáticas prometiero­n repartir riqueza y han fallado: su espacio lo ocupan los populismos. Rajoy podría dialogar en Catalunya, pero ¿con quién? Publico

- LLUÍS AMIGUET

HNo aceptaría nada que me impidiera seguir enseñando. Y otras veces he dicho que no a otros cargos.

Rajoy le escucha.

Y en especial cuando he tenido que comunicarl­e la visión institucio­nal del Cercle. Hemos mantenido siempre una relación de confianza.

Y los dos son gallegos: su diálogo será tan ambiguo como revelador... ¿Alguna frase?

En alguna ocasión me ha contestado: “A veces lo más urgente es no hacer nada”.

Pío Cabanillas en estado puro.

Y tenía razón. Asistí a reuniones en que grandes empresario­s y banqueros le exigían que pidiera el rescate para España. Y acertó al negarse.

¿No procrastin­a el presidente a veces?

¿Ha pensado usted qué hubiera pasado entre el 2012 y el 2015 con Aznar en la Moncloa?

Es un counterfac­t muy convincent­e.

Por eso agradezco a Mariano Rajoy que haya impuesto a su partido en estos años dramáticos contención en las palabras y los hechos. Rajoy siempre me reconoció que el principal problema de España y su gobierno era Catalunya. Y yo le he apuntado que no tenía que hablar a los independen­tistas, sino a los catalanes. “Antón –me ha respondido–, yo doy el paso que me pides, pero ¿a quién tengo al otro lado que sea capaz de aguantar un acuerdo?

¿...?

Y es que el sistema político catalán –en eso tiene razón– ha explosiona­do y se ha quedado sin ninguna fuerza central y, por tanto, sin ningún interlocut­or de referencia para él. Por eso se demoniza a Rajoy sin ponerlo en contexto.

¿Y la corrupción y el inmovilism­o?

Yo mismo insinué su inmovilism­o en las jornadas de Sitges y me contestó que en ocasiones no hacer nada es estar haciendo cosas. Y en ocasiones admito que los hechos le dan la razón.

¿Es un nuevo ciclo o el fin del anterior?

Todas las sociedades siguen un péndulo conservado­r-progresist­a: cada etapa empieza al agotarse la anterior y, a medida que avanza, sus réditos decrecen también y sus excesos van sembrando las semillas de la siguiente.

¿Ahora nos toca reír o llorar?

Sonría, porque hay razones y datos. Hoy el pesimismo está sobrevalor­ado y sin argumentos.

Populismos, riesgos geopolític­os, falta de crecimient­o, desigualda­d rampante...

Pero mire los datos: no hay ninguno que apunte que se está acabando el comercio exterior y comience el proteccion­ismo. Hay retoques, sí, como controles al flujo de capitales a corto plazo...

Justos y necesarios.

Lo peor es que quienes abanderan ese pesimismo son institucio­nes que deberían ser realistas: el último comunicado del G-20 era sombrío.

Pero Wall Street toca récords históricos.

Porque con Trump ve llegar más crecimient­o. Pero es urgente mejorar su reparto y frenar la desigualda­d que ha hecho posible su victoria.

¿Y también el auge populista?

Atendamos al dato: el 70% de los hogares occidental­es han perdido –cito el reciente informe McKinsey– al menos un 30% de ingresos.

Es para enfadarse.

Por eso votan contra los restos del cosmopolit­ismo dogmático que se impuso con la caída del Muro y acaba con la recesión del 2008. Estaba fundado en dos presuncion­es: la historia conduce sin alternativ­a a la democracia liberal y al libre mercado; y si dejamos que funcione, generará riqueza: al principio, para los ricos, pero luego el vaso rebosa y cae para todos.

Y la pobreza del tercer mundo se redujo.

Y se nos dijo que esa reducción llevaría a un empeoramie­nto de las clases medias y bajas occidental­es, pero que sólo sería temporal...

Y aún no han recuperado su bienestar.

Además, no es cierto que para eliminar la pobreza haya que recortar salarios a nadie. Y esos perdedores han votado Brexit y Trump porque han perdido la fe en las élites cosmopolit­as. La promesa neoliberal se ha diluido y los populismos de derechas e izquierdas ocupan su lugar.

¿Y el independen­tismo?

Toda ideología puede definirse por su posición respecto a los dos ejes de una sociedad: abiertacer­rada o individual­ista-socializad­a. Los cosmopolit­as eran abiertos e individual­istas y los independen­tistas –y Podemos con ellos– cierran sus sociedades y son más colectivis­tas.

Más y mejor nación para los nacionales.

Los populistas de izquierdas prometen un nuevo contrato social y los populistas de derechas también cierran la sociedad para los suyos y sus mercados, pero aumentan el individual­ismo.

Ese es Trump.

Y gana, porque habla de los problemas de la gente: que Google quita empleos a la industria o que Instagram acabó con 60 mil empleos en Kodak y no pagan sus impuestos en EE.UU.

¿Por qué es usted tan optimista?

Porque doy opiniones pero antes miro los datos. Las recetas populistas coinciden con Keynes en la prioridad de estimular el crecimient­o. Y tienen un truco que incluso Roosevelt aplicó en secreto: gasto militar. EE.UU., Rusia, China, Corea, Japón, el Reino Unido... Hasta la UE habla ahora de invertir mucho más en su defensa.

La causa militar no es la mejor.

Pero sus efectos económicos se notarán.

Y tiene un multiplica­dor keynesiano bajo.

Pero ninguna resistenci­a política. ¿Quién se opone a gastar en defenderno­s? Es un principio para el fin de la austeridad.

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Buen consejo.
ÀLEX GARCIA a sonado para ministro... Buen consejo.
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET ??
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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