La Vanguardia (1ª edición)

El adorado ‘yernísimo’ de Donald Trump

JARED KUSHNER, MARIDO DE IVANKA TRUMP, SE HA CONVERTIDO EN UNA FIGURA CLAVE EN EL ÉXITO DE LA CAMPAÑA ELECTORAL DE SU SUEGRO

- Nueva York. Correspons­al FRANCESC PEIRÓN

Allá donde otros presidente­s han fracasado, donde se han estrellado ex primeros ministros, diplomátic­os, enviados especiales o expertos de la ONU, ahí espera Donald Trump alcanzar su gran éxito para los anales.

“Me encantaría ser el que lograra la paz de Israel y Palestina”, proclama en The New York Times el outsider que recibirá la vara de mando de la Casa Blanca el próximo 20 de enero. Cuenta con un arma secreta en su misión para resolver el conflicto que ha perturbado el planeta durante décadas y décadas. Se llama Jared Kushner y supone la institucio­nalización global de la figura del yerno. Mejor dicho: el yernísimo.

A Kushner, en el que no sólo ve al marido de Ivanka, la preferida de sus cinco descendien­tes, sino a su mejor consejero, lo quiere como su emisario en Oriente Medio. “Puede ser una magnífica ayuda en la reconcilia­ción en esta larga disputa”, asegura Trump sobre su hijo político, judío practicant­e que algunos conocidos definen de ortodoxo. Su esposa se convirtió al judaísmo para casarse con él en el 2009.

Sostienen que Kushner, de 35 años y formación en escuelas y universida­des de élite –no era brillante, pero su padre donó 2,5 millones de dólares a Harvard, murmuran malas lenguas–, tenía previsto volver a sus negocios privados el 9 de noviembre. También es promotor inmobiliar­io y, además, editor del The New York Observer. Pero el día después de las elecciones emergió como el verdadero mánager. Salió “el pequeño Donald”, que le llaman no pocos envidiosos de su suerte.

“Disfruta del poder como un Rasputin”, afirmó un experto electoral. Esto es, hombre discreto aunque de profunda influencia en el entorno del presidente elec- to. “Es difícil de exagerar y difícil de resumir el papel que Jared ha jugado en la campaña”, subraya el multi millonario Peter Thiel, co fundador de PayPal y la única figura de Silicon Valley que ha apostado abiertamen­te por Trump. En un perfil de la revista Forbes, Thiel matiza: “Si Trump fuera el director ejecutivo, Jared sería el jefe de operacione­s”.

Gracias a sus contactos en ese mundo, el yerno adaptó el mensaje trumpista a los nuevos medios digitales, estableció esa “manipulaci­ón” del sentimient­o que ha caracteriz­ado al republican­o –ya se sabe, todo ese juego con las noticias falsas y medias verdades– e incorporó los datos de los ciudadanos que ofrecen las redes sociales. “Kushner es la mayor sorpresa de las elecciones del 2016”, tercia otra personalid­ad tecnológic­a, Eric Schmidt, ex máximo responsabl­e de Google. “Lo mejor que se puede decir –reitera– es que ha llevado la campaña y, en esencia, sin recursos”.

Desde muy joven tuvo que cargar la responsabi­lidad familiar. Era un estudiante de máster en la Universida­d de Nueva York –otra donación previa de tres millones de dólares– cuando su padre, Charles Charlie Kushner, residente en Nueva Jersey, donante demócrata y de ahí la amistad con los Clinton, fue condenado a dos años de cárcel. Pactó esa pena, y así evitar el juicio, por fraude en los impuestos, presión a los testigos y pagos ilegales a políticos.

A los 27 años, Jared aparcó sus aspiracion­es de hacer carrera legal y se vio al frente de la compañía, con sede en el 666 de la Quinta avenida. La detención de su padre le abrió los ojos. De pronto había perdido su interés por ser fiscal. “Me pareció injusto ver a mi padre de esa manera y no quise estar en el lado que causa dolor a las familias”, confiesa.

Otros le han bautizado como el vengador. Aunque no es un gran lector, según sus allegados, hay un libro que le apasiona, El conde de Montecrist­o, de Alexandre Dumas padre y Auguste Maquet. Quién sabe si ahí se inspiró en su venganza. Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey y palmero de Trump, suplica un cargo en su ejecutivo. De momento, está descabalga­do por consejo de Kushner. Christie ejerció la acusación contra su padre.

En otra de sus visiones, Trump sitúa a su hijo político como el enviado para pacificar Oriente Medio Kushner aparece como la mano que coloca y veta nombres, como Chris Christie, que encarceló a su padre

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SPENCER PLATT / AFP Jared Kushner en el vestíbulo de la torre Trump, la semana pasada

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