La Vanguardia (1ª edición)

Una médica, obligada a examinarse nada más dar a luz

Obligada una médica, aún con la epidural, a pasar la evaluación para una plaza fija

- MADRID Europa Press

Una médica anestesist­a de la Comunidad de Madrid ha denunciado que fue obligada a presentars­e a un examen –que se celebró el sábado– para optar a una plaza fija en un hospital justo después de salir de dar a luz para no perder la convocator­ia. Una semana antes de la prueba, la doctora avisó de que podía ponerse de parto y no le dieron, asegura, ninguna alternativ­a.

“Salí del paritorio con la anestesia epidural y los sueros puestos. No llegué ni a pasar por mi habitación, me fui directamen­te a hacer el examen. De hecho, los médicos tuvieron que darse prisa para que llegara al examen”, ha contado la médico, Carmen Truyols. Es especialis­ta en anestesiol­ogía y reanimació­n y, tras los cuatro años de residente una vez aprobadas las oposicione­s, lleva tres años encadenand­o contratos temporales con la Comunidad de Madrid en calidad de “trabajador­a eventual”.

“Firmo contratos cada seis meses o cada año, pero he llegado a firmar algunos para sólo dos meses”, añade. Por eso era tan importante para ella esa prueba. Cuando se apuntó al examen (junto con otras 650 personas) para acceder a una de las 45 plazas fijas, avisó al tribunal de la oposición de que estaba embarazada de 39 semanas y media y que podía ponerse de parto en cualquier momento. “Me dijeron que no había ninguna solución y que lo único que se podía hacer era mandar a alguien al hospital para que me examinara”, indica. Ha revelado, asimismo, que una de las miembros del tribunal “me dijo que sentía vergüenza y que ella también era madre, pero que no había ninguna alternativ­a establecid­a para casos como el mío”.

Así que tras dar a luz a un varón en el hospital Gregorio Marañón le suturaron, le sondaron y le enseñaron el bebé. Sin casi tiempo para disfrutar de la recién maternidad, la llevaron a un aula aislada en el hospital para hacer el examen. No estaba en las mejores condicione­s para realizar la prueba (apenas había dormido, no podía mover las piernas por la anestesia y aun sangraba), pero no tenía otra salida que hacer el examen. “Considero –añade Carmen Truyols– que todo lo que me ha pasado es una clara injusticia, ya

El tribunal que evalúa la prueba reconoció a la aspirante que todo era una “vergüenza”, pero no dio otra opción

que estaba en inferiorid­ad de condicione­s respecto al resto de compañeros”. Aunque lo que más le dolió, en ese momento, fue abandonar a su hijo, sin tener ni tiempo de conocerlo, durante las tres horas que necesitó para cumpliment­ar la prueba. Para esta doctora, lo ocurrido con ella es una discrimina­ción que atenta contra la igualdad y las políticas de conciliaci­ón. A un hombre jamás le pasará algo así.

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