La Vanguardia (1ª edición)

El centro del campo del Barça pierde el control

La falta de fútbol en el centro del campo despersona­liza al equipo blaugrana

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ Barcelona

El Barça no perdió el partido en San Sebastián, pero perdió todo lo demás. El control, el patrón, el libreto, la identidad y la pasión. Las coordenada­s de su vieja hoja de ruta hace tiempo que se actualizar­on para introducir los matices necesarios que beneficias­en al tridente. Pero en este inicio de campaña, con el partido de Anoeta como ejemplo extremo, las alternativ­as se han comido a la idea, que ha quedado enterrada y cada vez más escondida. El Barça dejó de ser el corralito exclusivo de los centrocamp­istas desde la llegada de Luis Enrique pero de ahí a que la aportación de los medios sea tan nula como en el partido del domingo existe un abismo. El Barça tuvo menos el balón que un rival en la Liga por primera vez desde el célebre partido de Vallecas con Gerardo Martino. Pero es que cuando logró hacerse con el esférico las distancias entre sus jugadores parecían tan grandes como en la estepa rusa, un drama futbolísti­co con vistas al clásico del sábado.

Los tres delanteros vivían en su microclima y los defensas y Ter Stegen hace partidos que sufren muchísimo para sacar la pelota desde atrás. En ese hábitat Sergio Busquets, en el peor momento de juego desde que subió al primer equipo, se encuentra huérfano. Ni él es capaz de cubrir tanto terreno como en otras temporadas (no tiene recambio natural en la plantilla) ni está rodeado de socios que hablen su idioma en el campo como en su día lo hacían Xavi y el añorado Iniesta, que ultima su puesta a punto. El regreso del manchego es esperado como el comer para que el Barça se reconfigur­e e imponga de nuevo el ritmo de los partidos. Porque Rakitic

HUÉRFANOS DE ORGANIZACI­ÓN La baja de Iniesta, que ultima su vuelta, es vital porque Busquets no puede llevar la brújula solo

ha bajado su nivel de forma ostensible, André Gomes padece un déficit de carácter, Denis Suárez no tiene aún galones y Rafinha es más un llegador que un constructo­r.

El de San Sebastián fue un partido paradigmát­ico, que quedará como el ejemplo de lo que el Barcelona no debe ser. Pero durante toda la campaña se han producido pasajes similares a modo de aviso. El Barça también perdió el control en la primera mitad de Vigo y de Sevilla, en el inicio de la segunda parte en Mestalla o en la

EL DÍA DESPUÉS Luis Enrique habló con el equipo, y Messi, Piqué y Alba no se ejercitaro­n por problemas físicos

reanudació­n en el Etihad Stadium. Paradójica­mente en Manchester el Barça disputó, antes del socavón, los minutos que más recordaron al equipo campeón, mezclando todas las virtudes de la época Luis Enrique. Es decir, sabiduría a la hora de combinar contragolp­es puntuales con un buen juego de posición.

Pero para jugar de esta manera se requiere un alto grado de concentrac­ión y de compromiso. Ni lo uno ni lo otro se manifestar­on en Anoeta. No es de extrañar que Luis Enrique les leyera la cartilla en el descanso ni que ayer volviera a dialogar con sus jugadores. Porque no basta con tener calidad y los mejores delanteros para ganar. El tópico de que aunque no se jugara de manera tan fina se atesoraba más pegada ha saltado por los aires. En los últimos cinco partidos el Barça ha metido sólo seis goles, todos de Messi excepto uno de Suárez. A menos juego, menos desequilib­rio, menos gol y más dependenci­a del crack, que ayer no se ejercitó con sus compañeros pero sí en el gimnasio. En el tramo final del partido sufrió una tarascada de Zurutuza. Tampoco trabajaron con el grupo Piqué, que se ha vuelto a hacer daño en el tobillo que le lesionó David Silva pero jugará ante el Madrid, y Alba. Del lateral sí que informó el club. Sufre una fuerte contusión en el peroné y también una distensión en el tobillo. Oficialmen­te es duda para los próximos partidos.

Ante este panorama el Barça ha de subir su dosis de adrenalina y ha de mejorar su plan de juego porque la Liga penderá de un hilo en el caso de perder ante el Madrid el sábado. “Es una oportunida­d para rebelarnos. Puede ser un partido bisagra para nosotros y que nos dé un impulso para el futuro, aunque hemos de crecer en muchas cosas”, analizó Javier Mascherano. El Barça ha de volver a mirarse en el espejo e intentar reconocers­e.

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