La derecha (francesa) desacomplejada
EL expresidente Nicolas Sarkozy y el exministro Jean-François Copé se disputan la expresión “la derecha desacomplejada”. Ambos han intentado sin éxito seguir su carrera política, después del triunfo de la izquierda, con la mirada puesta en el ascenso del Frente Nacional de Marine Le Pen y con el convencimiento de que había que disputarle al populismo nacionalista sus votos, apropiándose de parte de su discurso. Sin embargo, quien se ha hecho suyo el eslogan es François Fillon, que se ha erigido en el adalid de la derecha desacomplejada y tranquila, “sin gestos autoritarios ni vociferaciones”, según L’Obs.
Los analistas políticos han mostrado su sorpresa porque Fillon, tras su intervención en France 2 hace un mes, a las puertas de las primarias, hubiera elevado un poco más la voz, pero sobre todo por su discurso. Este hijo de notario de Le Mans, que estudió en los jesuitas, tan hábil como prudente, casi tan huidizo de los problemas como de los medios, encajaba mal en la idea del líder. Estaba considerado un buen segundo, un Poulidor de la política. Pero Fillon, que contrariamente a lo que les pasaba a sus rivales de la derecha (Juppé y Sarkozy) no tiene enredos con la justicia, ha sabido no quemarse en la campaña y echar el resto en la recta final. Pese a que no es nada amante de populismos y demagogias, les ha querido decir a los electores lo que esperaban escuchar. No sólo en cuestiones como la inmigración, los funcionarios, los impuestos o la identidad nacional, también sobre los valores católicos en el sentido más tradicional posible, poniendo en el primer plano la familia en su acepción menos contemporánea.
Se agradecen los esfuerzos de Fillon por frenar a la extrema derecha, pero debería ser consciente de que un programa ultraliberal con un discurso social reaccionario no es una receta para un país que hace de la libertad, la igualdad y la solidaridad su enseña. Tan importante como reinstaurar la grandeur es recuperar la cohesión social.