El Asad gana terreno a los rebeldes y prepara el asalto final a Alepo
El ejército sirio ultima un avance para “limpiar completamente los barrios del este”
Le ha costado su tiempo al ejército de Bashar el Asad derrotar a los combatientes rebeldes del este de Alepo, dividir sus barrios ocupados y prepararse para la batalla final. Ayer, las tropas regulares del ejército sirio habían conquistado más de una tercera parte del territorio controlado por los rebeldes en la ciudad. Aparecieron los verdes autobuses del régimen sirio, vehículos empleados para transportar a los habitantes de las zonas desahuciadas a la hora de su triste evacuación y en medio de un éxodo de varios miles de personas, atrapadas por un asedio implacable no sólo de bombardeos, sino también de hambre y miedo.
Durante cuatro meses resistieron el cerco, vivieron los contados días de un alto el fuego del verano tan laboriosamente fomentado por EE.UU. y Rusia, hasta el ataque de las tropas regulares sobre diversos frentes que ha roto las defensas de los grupos de la oposición y ha provocado la desbandada de sus habitantes. Unos han ido en dirección a los sectores gubernamentales, otros cobijándose en viviendas enclavadas todavía en el este de la ciudad.
Alepo fue desgarrada hace cuatro años al ser ocupado el sector oriental por los rebeldes. Los alepinos bajo los bombardeos de la aviación rusa y siria y las luchas de la guerrilla urbana, han abandonado sus casas, con lo que la gran parte del este de Alepo ha quedado en manos de los soldados de la república. En varias ocasiones, al desencadenarse esta nueva ofensiva, el ejército sirio hizo un llamamiento a los vecinos de los barrios orientales para que se trasladasen a su zona pero muchos no lo hicieron temiendo sus detenciones y represalias.
El diario damasceno Al Watan ha escrito que el ejército sirio está a punto de efectuar un nuevo avance para “limpiar completamente los barrios del este de Alepo”. Sus hombres armados “deben rendirse o bien aceptar la reconciliación nacional de acuerdo con los términos fijados por el Estado”.
El Asad siempre ha declarado que quería recuperar todas las zonas conquistadas por sus enemigos. La toma de Alepo será su gran victoria y arrebatará a la rebelión su principal base territorial. Un jefe rebelde ha dicho que “la aviación destruye metódicamente sector tras sector y que si nadie lo impide acabará de devastar lo que queda de la ciudad”.
Mientras las tropas regulares se apoderaron de los barrios de Sakur, Haydaril, Chiek Khoder, un grupo de combatientes kurdos, por su parte, tomaron otro sector de la ciudad. Es un hecho muy significativo que explica la complejidad de la guerra de Siria, y especialmente de la batalla de Alepo, epicentro de una guerra mundial.
El núcleo de los combatientes rebeldes de la ciudad está formado por el ejercito de la conquista en el que participan Ahrar el Cham y Fatah el Islam. Los yihadistas dominan cada vez más a los grupos rebeldes de la resistencia. La dimensión internacional de esta batalla se expresa en el hecho de que cerca de la ciudad, en el norte de la descoyuntada república siria, en la provincia turca de Hatay, hay un centro de operaciones en el que participan militares turcos, norteamericanos, qatarís y europeos junto a representantes de algunos grupos rebeldes sirios. También en el norte de Siria hay otro centro de las fuerzas militares del Gobierno de Damasco y sus aliados rusos, iraníes y de Hizbulah. Es con este trasfondo que avanza la batalla de Alepo.
Se especula sobre que los gobiernos de Moscú y de Damasco quieren conquistarla completamente antes de que Donald Trump tome posesión de la presidencia norteamericana, aunque el rais El Asad haya declarado que “podía ser su aliado natural si atacaba al Estado Islámico”. Ante las nuevas incertidumbres internacionales el emirato de Qatar ha prometido a sus infeudados rebeldes sirios que no cesaría en ayudarles con armas y dinero pese a la perdida de Alepo que podrían volver a conquistar. En todas estas intrigas diplomáticas los habitantes de Alepo son simplemente carne de cañón.
Qatar promete a los insurgentes que seguirá enviando armas y dinero, aunque se pierda la ciudad