El corralito en fila india
La versión india del corralito ha terminado acorralando a los que más lo aplaudieron. El Tribunal Supremo ya ha advertido al Gobierno del “riesgo de disturbios” y ayer se produjo el primer aviso, con manifestaciones y huelgas en varios estados, tres semanas después de que el primer ministro hiciera un anuncio radicalmente inédito: los billetes grandes (de 500 y 1.000 rupias) iban a dejar de ser de curso legal en menos de cuatro horas, para combatir la economía sumergida.
Desde entonces, la gran mayoría de los indios vive con el agua al cuello por culpa de la súbita falta de liquidez y la escasa previsión de las autoridades. El anuncio de Narendra Modi descolocó a la oposición, pero a medida que la falta de planificación se ha hecho evidente, el tono se ha ido volviendo más bronco, llevando a continuas suspensiones de la sesión en las Cámaras Alta y Baja.
Ayer hubo la primera tentativa coordinada de manifestar el malestar y forzar al Gobierno a dar marcha atrás, con resultados desiguales: éxito total en los estados donde la izquierda es fuerte, como Kerala, Bengala o Tripura, a medias donde lo es el Partido del Congreso y escaso donde el dominio del BJP es incontestable. Sin embargo, las largas colas frente a bancos y cajeros, sin visos de desaparecer en muchas semanas, aseguran combustible a la contestación.
El cambio de billetes viejos por nuevos se hace con cuentagotas, bajo lupa y tras varias horas en fila india, por lo que casi todo el mundo mide al milímetro sus gastos en metálico. El volumen de ventas en muchos negocios ha descendido entre un 50% y un 70%. Hasta el ex primer ministro Manmohan Singh, habitualmente comedido, habló de “descontrol monumental” y “pillaje organizado”, que iba a reducir en dos puntos el PIB. No son palabras menores en boca de un economista eminente.
Desde Bhubaneswar, Maria, una expatriada, explica como “en muchas aulas y oficinas el absentismo salta a la vista”, debido a que mucha gente se ve obligada a pasar gran parte de la jornada haciendo cola en los bancos. Las cebollas, que se pagaban a tocateja a un euro el kilo hasta hace 15 días, se fían ahora a menos de diez céntimos en mercados mayoristas, donde el principal temor es que la mercancía se eche a perder. Ya está ocurriendo en pueblos y ciudades pequeñas, donde todo funciona en efectivo y donde se empieza a recurrir al trueque. Mientras, en las grandes ciudades todos aquellos que cobran en metálico, desde planchadores hasta pequeños tenderos o conductores de autorickshaw, han visto como sus ingresos caían en picado. Samir, filólogo en Delhi, reconoce que “hay pánico en la calle y la gente está sufriendo”.
Ciertamente, aquellos con montañas de dinero negro duermen mal estos días y recordarlo da muchos votos. Pero según los expertos indios no hay que exagerar: el 94% de estos fondos han sido ya convenientemente convertidos en inmuebles, oro o acciones. El objetivo del Gobierno es que esta economía sumergida aflore en un país en el que sólo uno de cada 50 ciudadanos presenta la declaración de la renta. Pero algunos expertos desautorizan la medicina de caballo, alegando que en países como Japón o Suiza hay más dinero en metálico con relación al PIB que en India y que incluso el volumen de dinero negro en India no es mayor, proporcionalmente, que el estimado en España o Corea del Sur.
La picaresca, además, no ha tardado en asomar. Aunque los joyeros saldrán perdiendo a medida que la economía sumergida se vaya achicando, de momento aceptan billetes viejos a cambio de oro con un recargo de casi el 100%. Y algunas tiendas de alta costura abrieron hasta más allá de medianoche el día del anuncio, facturando cerca de mil euros por minuto.
Y es que el 31 de diciembre miles de millones de billetes –el 86% del dinero en circulación– se convertirán en papel mojado. La semana pasada se cerró la puerta a varias de las operaciones todavía autorizadas con billetes antiguos, como pagar tasas, vuelos o facturas domésticas. Y el Gobierno ya ha advertido que las cuentas corrientes que rebasen los 3.500 euros serán investigadas. El dinero negro que sea regularizado tendrá una multa del 50%. El que no haya sido declarado, de hasta el 85%.
Hay noticia de empresarios que alquilan las anémicas libretas de ahorro de sus empleados para poner a buen recaudo dinero negro a cambio de una comisión. Otros pagan a buscavidas para que se chupen por ellos las horas de cola en los bancos, dado el ridículo límite de ingreso o cambio: 2.500 rupias (35 euros) por persona y día. Unas 60 personas han fallecido ya por causas atribuibles a estas medidas; en muchos casos, por infartos mientras guardaban cola.
Para más inri, el nuevo billete de 2.000 rupias (27,5 euros) resulta bastante inútil, puesto que el nuevo de 500 apenas se ha distribuido y casi nadie tiene cambio suficiente en billetes de cien. Como consecuencia, el que comía en puestos callejeros ahora lo hace en restaurantes que aceptan tarjetas –si puede permitírselo– y lo mismo vale para su compra de plátanos, jengibre o pollo, ahora más costosa en el supermercado. “Lo odio, pero no tengo más remedio”, explica desde Delhi Sonya, catedrática que confiesa no haberse librado de las colas. Penitencia necesaria, por ejemplo, para poder pagar a los empleados del hogar, inevitables en cualquier casa india acomodada.
A Modi no le ha temblado el pulso a la hora de ejercer de cirujano de hierro. Pero necesitará resultados y grandes dosis de convicción para hacerse perdonar las incomodidades, en un país donde la mitad de los indios no tiene cuenta corriente y sólo un 2% tarjeta de crédito (débito, un 22%). India no es ni puede ser Singapur.
Sin embargo, el economista Jean Drèze, con décadas de trabajo en India, niega que la medida pueda tener un impacto significativo en el dinero negro. Drèze sospecha que su principal objetivo tal vez sea estrangular a la oposición en vísperas de elecciones en varios estados importantes donde la compra de votos no es extraña. La radicalidad de la medida, en el contexto relativamente estable de la economía india, “es como disparar a los neumáticos de un coche de carreras”, dice. Una audacia que determinará si el Gobierno de Modi llega a la meta con su condición de favorito reforzada o se estrella por el camino.
Cientos de millones de indios hacen horas de cola en los bancos después de que el Gobierno retirara los billetes grandes en cuatro horas La medida, que busca combatir la economía sumergida, está provocando un caos