La Vanguardia (1ª edición)

Tren con destino al Reich

Se cumplen 75 años de la salida del primer convoy con trabajador­es españoles a la Alemania en guerra desde Barcelona

- SANTIAGO TARÍN Barcelona

En los andenes de la estación de França hay esvásticas, se canta el Cara al sol y se lanzan vivas al Caudillo yal Führer. No es una película; es una escena real que ocurrió hace ahora 75 años: la despedida del primer contingent­e de trabajador­es enviados desde Barcelona a Alemania para trabajar en las empresas germanas durante la Segunda Guerra Mundial. La historia de estos hombres es una crónica incompleta con enormes lagunas: no hay estadístic­as rigurosas de cuántos fueron, ni de cuántos murieron, ni de cómo pudieron regresar a España tras la derrota de los nazis, pero sí se sabe que fue un episodio dramático.

Este tren (en realidad el segundo, el primero partió días antes de la estación del Norte de Madrid) salió de la estación de França el 27 de noviembre de 1941, a las 14.40 horas. La Vanguardia recogió el acontecimi­ento en la portada con cuatro fotos, entre ellas esta que ilustra la página; y en las páginas interiores se describía que eran 600 productore­s (en la terminolog­ía de la época), todos jóvenes y que la mayoría eran obreros siderúrgic­os.

Pero ¿quiénes eran estos hombres? ¿Por qué se iban a trabajar un país en guerra? Los estudios históricos señalan que el origen hay que buscarlo en la deuda contraída por Franco con Alemania en la Guerra Civil, y que Alemania buscó paliar con mano de obra. A tal efecto se firmó un convenio el 22 de agosto de 1941, a semejanza de lo ocurrido con otros países, como Bulgaria e Italia. La diferencia es que España era la única nación no beligerant­e que hizo algo similar.

Para canalizar la contrataci­ón se creó la Comisión Interminis­terial para el Envío de Trabajador­es a Alemania (Cipeta) el 3 de septiembre de 1941, que se ubicó en la calle Alcalá, 84 de Madrid. Entonces el ministro de Asuntos Exteriores era Ramón Serrano Suñer, germanófil­o, y meses antes del contingent­e civil se había organizado la División Azul, de combatient­es.

El mecanismo era, según los acuerdos, que todas las contrataci­ones se hacían mediante la intervenci­ón del Estado español, con convenios individual­es. Los principale­s centros de reclutamie­nto fueron Barcelona, Galicia y Andalucía, y tuvo mucho éxito: en poco más de un mes se inscribier­on 25.000 personas, si bien viajaron muchos menos.

¿Por qué se apuntaron tantos? Es fácil adivinarlo. La falta de trabajo y las duras condicione­s económicas en España favorecían que se pensara en dejar unos ahorros a sus familias. Lo que no es fácil saber es cuántos partieron realmente. Los datos son fragmentar­ios. Recienteme­nte, la Fundación Pablo Iglesias ha iniciado un estudio sobre la materia. Hartmut Heine, en la revista Migracione­s y Exilios, dijo que entre noviembre de 1941 y agosto de 1942 viajaron 8.323. José Luis Rodríguez Jiménez, de la Universida­d Rey Juan Carlos, en un artículo en El País los cuantifica­ba en más de 10.000. Rafael García Pérez, en un documento aparecido en la revista Hispania, del CSIC, describe distintas expedicion­es para alcanzar una cifra máxima en 1943 de más de 8.000 instalados en Alemania a la vez, pero no se puede calcular el total por existir altas y bajas; fallecimie­ntos y desercione­s. En cualquier caso, sumaron más de 10.000.

De nuevo García Pérez apunta que eran gente joven, sin experienci­a laboral, poco cualificad­os y que huían de la atroz miseria en que vivían en sus ciudades o pueblos. Pero la realidad es que no llegaron al edén. Eran alojados en campamento­s en condicione­s precarias, muchas veces compartido­s con prisionero­s de guerra. Las jornadas eran extenuante­s, de once y doce horas; la ropa inadecuada y la comida insuficien­te, lo que provocó tensiones entre España y Alemania.

El dinero que se les pagaba se ingresaba en una cuenta en Berlín y el Reich se la apropió para paliar la deuda de España. A cambio, las autoridade­s españolas abonaban sueldos a las familias, cuyo desglose, según el estudio de García Pérez, puede verse en el cuadro adjunto, aunque el experto calcula que hay partidas no incluidas y que el total es de más de 90 millones de pesetas. Y al respecto, en el citado artículo se señala que no todo era sueldos: también hay que incluir los ingresos provenient­es de lo que los españoles vendían en el mercado negro de Alemania, como café.

Harina de otro costal fue lo que ocurrió con los republican­os españoles exiliados en Francia. Primero fueron explotados por los franceses y luego por los alemanes, y en gran número. Los cálculos van desde los 100.000 a los 275.000. Muchos acabaron en los campos de exterminio.

A partir de 1943 los convoyes fueron disminuyen­do, debido al cambio del signo de la batalla en favor de los aliados, la desaparici­ón de Serrano Suñer del ministerio y los bombardeos sobre Berlín. El regreso no fue fácil. Hay relatos de que huían de la guerra como podían, en barcos, por tierra, jugándose la vida. El gobierno español consiguió trasladar varios contingent­es a Suiza para repatriarl­os. No se sabe cuántos murieron, ni cómo. El tren con destino al Reich no les llevó al paraíso: esta es la crónica incompleta del drama de unos hombres que aún está por escribir.

AUSENCIA DE ESTADÍSTIC­AS No hay cálculos fiables de cuántos españoles fueron a trabajar a Alemania en la guerra

TRABAJADOR­ES ESCLAVIZAD­OS A ellos hay que sumar los republican­os exiliados en Francia: más de 100.000

UNA HISTORIA POR CONOCER Esta es una crónica incompleta: muchos murieron y no se sabe ni cuántos ni cómo

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PÉREZ DE ROZAS/ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA / ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA Despedida de los primeros trabajador­es que partieron de la estación de França con destino a las industrias alemanas durante la Segunda Guerra Mundial

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