La Vanguardia (1ª edición)

Conjunción adversativ­a

- Pilar Rahola

Después de la inesperada muerte de Rita Barberá, que nos proporcion­ó un gran espectácul­o cainita, la muerte de Fidel Castro redunda en lo mismo, en este caso con el viejo mecanismo de la doble moral ideológica, que viene a ser la doble moral de siempre pero con la ideología de por medio. Es así como, con la muerte del Comandante, han aparecido las conjuncion­es adversativ­as, que hacen su oficio con eficacia y donde hubo una dictadura, siempre hay un “pero” que blanquea o justifica la maldad del régimen.

Armados, pues, con la sutileza del lenguaje, el ejército de defensores de la Cuba social y blablablá ha salido en tropel a inundar los micrófonos con la adversativ­a de las narices, y el resultado es el esperado: que Fidel fue un dictador, pero... y la sinuosa conjunción salva los muebles. El súmmum de tal ejercicio eufemístic­o lo ha perpetrado la consellera Bassa, que después de cuatro tuits enaltecien­do la obra social cubana entró en can Basté para matizar su jolgorio castrista, no fuera a ser que pareciera lo que parecía, que una representa­nte del Govern catalán defendía una tiranía. ¡Quita, bicho!, y mientras matizaba sus matices nos explicaba

“Cuba, hasta la victoria siempre”, dijo la consellera, como lo del “Arriba España” de los franquista­s

el paraíso para los niños que era Cuba, su bienestar sanitario y un sinfín de bondades que, después de oírlas, es incomprens­ible por qué tantos cubanos quieren huir del régimen. El comodín era lo de comparar ratios cubanos con los de países vecinos, y con esa trampa nos colaba el cuento. Creo recordar que los franquista­s decían lo mismo, que si Franco inauguraba pantanos, que si la economía floreció, que si evitó el comunismo, y los de Pinochet, que en Chile todos los niños estaban escolariza­dos. Siempre hay un “pero” para justificar un régimen corrupto, malvado y violento, sólo depende del color ideológico.

Lo peor de la consellera fue uno de los tuits, que remataba con un “Cuba, hasta la victoria siempre”. Es decir, usaba el grito huracanado del régimen, al estilo del “Arriba España” de los franquista­s. ¡Buf, que diría el bufido! Y todo porque esta dictadura no era de derechas sino de izquierdas y parece que cuando son de izquierdas lo son menos. Es así como se puede matar a disidentes, llenar las cárceles con presos políticos, quebrar la esperanza del futuro, enviar a miles de personas a las balsas de la muerte y, en definitiva, montar una gran retórica mesiánica para negar los derechos fundamenta­les. No hay libertades, pero los niños..., y el “pero” se convierte en la conjunción de la desvergüen­za.

Me perdonarán mi querida consellera y los demás amigos del comandante, pero Fidel fue un dictador sin adversativ­as, como Pinochet y Franco, tiranos que mataron, encarcelar­on y oprimieron. No vale esa mirada tuerta que los blanquea y los justifica si son de izquierdas.

Oprimir y matar en nombre de la izquierda continúa siendo oprimir y matar. No existe el medio embarazo.

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