Los ‘All Blacks’ de Len Cantello
Hace 37 años, en un lluvioso día inglés de primavera, se jugó un partido de blancos contra negros, y todo el mundo lo encontró de lo más normal
Len Cantello fue un centrocampista que en los años setenta jugó 301 partidos con la camiseta blanquinegra del West Bromwich Albion, y marcó 13 goles, poco más de uno por año. Nunca fue internacional inglés, ni tampoco una gran estrella, más bien un jugador de club puro y duro, de esos de los que cada vez quedan menos. Y si hoy es recordado, no es por su afanosa trayectoria y servicio a unos colores, sino, curiosamente, por su partido de homenaje.
El mundo era muy diferente en 1979, 37 años antes del Brexit, Fillon y Donald Trump. Fidel Castro ya estaba en el poder en Cuba, pero en los Estados Unidos Jimmy Carter presidía sobre una inflación del 11% y unos tipos de interés del 15%, el precio del petróleo estaba por las nubes, Juan Pablo II era papa, y una joven Margaret Thatcher acababa de instalarse en Downing Street. Michael Jackson sacó su mítico álbum Off The Wall, la Unión Soviética invadió Afganistán, hubo un accidente nuclear en Pennsylvania, el Ayatola Jomeini regresó a Irán y proclamó la República Islámica, el Sha de Persia fue enviado al exilio, 63 rehenes norteamericanos fueron secuestrados en Teherán, Idi Amin fue depuesto en Uganda, Egipto e Israel firmaron un acuerdo de paz, Saddam Hussein apareció en escena, los sandinistas derrocaron al régimen nicaragüense, Rodesia se convirtió en Zimbabue, Lord Mounbatten fue ejecutado por el IRA, se abrió la primera playa nudista en Inglaterra, y Len Cantello se fue del West Brom al Bolton Wanderers, y recibió su partido de homenaje.
El contexto histórico es importante para entender cómo el club de las Midlands montó un encuentro de blancos contra negros, y nadie se llevó las manos a la cabeza. Hoy sería inviable, por políticamente incorrecto. Pero eran otros tiempos, y militantes del fascista Frente Nacional se colocaban estratégicamente en las gradas para arrojar plátanos a los pocos jugadores de color, y coreografiar los gritos de “nigger, nigger, chúpame los zapatos”. Y nada de todo eso era noticia.
De hecho el partido de homenaje a Cantello, un lluvioso 16 de mayo de 1979, recién terminada una temporada en la que el Nottingham Forest ganó la liga y el West Brom acabó tercero, pasó prácticamente desapercibido, y tan sólo cuatro meses después The Guardian se dio cuenta de las connotaciones racistas del evento, y escribió un artículo criticando su mal gusto. Los jugadores implicados lo consideraron sin embargo de lo más normal. El propio homenajeado escogió un equipo con Bryan Robson y el argentino del Birmingham Alberto Tarantini, que acababa de proclamarse BANQUILLOS BLANCOS Con el cese del holandés Jimmy Floyd Hasselbaink como entrenador del QPR ha desaparecido una de las pocas caras de raza negra que había en los banquillos ingleses. Chris Hughton es tal vez el entrenador más prometedor, gracias a la excelente campaña que está realizando el Brighton and Hove Albion, con posibilidades muy serias de ascender a la Premier League. Keith Curle se mantiene en el modesto Carlisle United, mientras que Chris Powell ha desaparecido del primer plano después de dirigir al Charlton Athletic y al Huddersfield Town, y Ricardo Moniz cambió el Notts County por el FC Eindhoven. campeón del mundo con su selección. Enfrente se encontraron con una escuadrada que se autodenominó los all blacks, encabezada por el trío de estrellas negras del West Brom (Brendan Batson, Laurie Cunningham y Cyrille Regis), complementados por Bob Hazell y George Berry del Wolverhampton Wanderers, Garth Crooks y Remi Moses.
El acontecimiento ha sido recordado ahora en un documental de la BBC titulado Blancos contra negros, cómo el fútbol cambió una nación. Al partido acudieron poco más de siete mil espectadores en The Hawthornes, entre ellos muchos más integrantes de minoría étnicas de lo que era habitual en la época. “La gente de color no se atrevía a ir al estadio, por miedo a ser insultado en el mejor de los casos, o agredido en el peor de ellos -recuerda George Berry-. Incluso en los vestuarios el racismo estaba a la orden del día, y en todos los equipos había un par de hijos de puta”.
Los all blacks se tomaron el partido muy en serio, como una manera de demostrar que, a pesar de las burlas que sufrían, eran tan buenos y tan profesionales como cualquiera. Se adelantaron en el marcador con un trallazo de Cunningham desde fuera del área, pero sus rivales respondieron con goles de Robson y Brown, antes de que Crooks y Stewart Phillips dieran la victoria a los negros por 3-2. Desde entonces el racismo explícito no se tolera ni en las gradas ni sobre el césped, aunque sigue latente, y en muchos aspectos institucionalizado. Uno de cada tres jugadores es negro, pero sólo un 4% llega a posiciones de gestión. Los entrenadores de minorías étnicas se pueden contar con los dedos de una mano. La Premier League es absolutamente monocolor.
“El fútbol inglés está dominado por hombres blancos, y si eres negro no tienes la oportunidad de hacerte entrenador al colgar las botas”, lamenta Michael Johnson, el ex defensa del Birmingham. Tal vez las cosas no han cambiado tanto como sugiere la BBC. Habría que preguntarle a Hillary Clinton...
El racismo explícito no se tolera en los campos ingleses, pero sigue latente y está institucionalizado