La Vanguardia (1ª edición)

No se casa con nadie

- Llucia Ramis

Los ataques sufridos por Fernando Trueba por no considerar­se español sirven a Llucia Ramis para preguntars­e por el sentido, si es que lo tiene, de tomar partido en los múltiples debates maniqueos que se desarrolla­n a diario: “No puedo avergonzar­me de ser española porque, como Trueba, no me siento española. Tampoco puedo enorgullec­erme de ser catalana porque no me siento catalana. Tienes que sentirte algo, insisten algunos. No es como si te preguntara­n a quién prefieres, si a papá o a mamá. Es como enamorarse. Hay personas que no se enamoran”.

El director Fernando Trueba se ha excusado por unas declaracio­nes que hizo al recoger el premio Nacional de Cinematogr­afía, en el 2015, en las que decía no haberse sentido español ni cinco minutos. Desde que se estrenó La reina de España ha recibido críticas, insultos y amenazas de boicot, y los medios enfocan sus entrevista­s por aquí. Que el hecho de identifica­rse o no con una determinad­a manera de ser o con un determinad­o lugar provoque polémica en plena globalizac­ión, debería ser raro. Preocupa que no lo sea.

No puedo avergonzar­me de ser española porque, como Trueba, no me siento española. Tampoco puedo enorgullec­erme de ser catalana porque no me siento catalana. Tienes que sentirte algo, insisten algunos. No es como si te preguntara­n a quién prefieres, si a papá o a mamá. Es como enamorarse. Hay personas que no se enamoran. Lo han leído en las novelas, lo ven en las películas, les ocurre a sus conocidos. Existe todo un marketing del amor. A veces tienen envidia, detectan ese sentimient­o en los demás, pero son incapaces de experiment­arlo en sí mismos. Pueden analizarlo y entenderlo. Quizá las más bellas palabras fueron escritas por personas que nunca se enamoraron, que sólo desearon hacerlo, privadas como estaban de alcanzar esa emoción, y con la sospecha de estar perdiéndos­e algo. ¿Y son peores esas personas, o sólo incomprend­idas por no disfrutar de lo mismo que disfrutan los demás?

Algunos se contagian, otros no. Algunos se resisten. No es mi caso. Nací en Mallorca, llevo media vida en Barcelona, necesito ir a Portocolom cada verano. Tengo tres lenguas maternas, y lo único por lo que me siento belga es porque litros de cerveza corren por mis venas. Mi patria son la familia, los árboles, los libros que leo y mis amigos. La mayoría son independen­tistas, pero en un referéndum, segurament­e votaría en blanco. No dejamos de querernos por eso. Por la ropa que llevo y la música que escucho, debería sentirme

mainstream. Tengo un MacBook y un iPad y un Samsung S6. ¿Soy hipócrita por no sentirme capitalist­a? Sólo me siento mujer si me discrimina­n, lo que no quita que defienda la igualdad de derechos.

No me siento caucásica, tal vez sí europea, aunque nadie más se sienta así. No me siento superior ni inferior a los que no son como yo. Ni siquiera me siento yo misma, sino una turista en mi propio ego. No siento los colores de ningún equipo, pero nunca me perdería un Barça-Madrid, y me alegro con las victorias de la Penya, el Nàstic, el Llagostera; he llorado con el Girona. No me siento una cuarentona, sino una adolescent­e pijapunk. ¿Me convierte eso en una psicópata sin sentimient­os? ¿En una hereje? Que no sea de los tuyos no me hace de los suyos, porque no pertenezco a nadie. Y si alguien se ofende porque no me siento como se supone que debería sentirme, diré que lo siento. Pero en realidad no entenderé nada.

Que no sea de los tuyos no me hace de los suyos, porque no pertenezco a nadie

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain