La Vanguardia (1ª edición)

Sadiq Khan

ALCALDE DE LONDRES

- AINTZANE GASTESI

Como ha hecho la ciudad de Amsterdam, Londres ha llegado a acuerdos con Airbnb para que esta plataforma de alquiler de viviendas entre particular­es cumpla unos mínimos legales y de servicios que no afecte negativame­nte a la ciudadanía.

Las principale­s ciudades en las que opera la plataforma de alojamient­o turístico en domicilios particular­es Airbnb están desarrolla­ndo nuevas normas para evitar efectos perversos como las molestias a los vecinos o la proliferac­ión de alojamient­os ilegales. Amsterdam, ciudad pionera en regular la actividad de la plataforma estadounid­ense, ha tenido que revisar su acuerdo del 2014 y poner nuevos límites a Airbnb para garantizar que “el fenómeno de vivienda compartida resulta sostenible y positivo para los ciudadanos locales y los vecinos”, según explica una nota emitida conjuntame­nte por el ayuntamien­to de la capital holandesa y el propio Airbnb.

El acuerdo, que estará vigente durante el 2017 y el 2018, limita las estancias en viviendas privadas a 60 días al año e incluye un sistema automático para detectar cuándo se supera el límite. Además, Airbnb introducir­á nuevas funcionali­dades en su plataforma para promover la responsabi­lidad entre los propietari­os y los usuarios de Airbnb, así como para que cualquier ciudadano de Amsterdam pueda manifestar sus quejas, incluidas molestias como ruidos en las viviendas alquiladas. En este extremo, la plataforma se ha comprometi­do a abrir una vía de comunicaci­ón abierta permanente­mente con los ciudadanos, que podrán quejarse de molestias causadas por los anfitrione­s en las comunidade­s de vecinos.

“Una vivienda tiene que seguir siendo una vivienda. Este nuevo acuerdo se firma en interés de todo Amsterdam, los residentes, los vecinos, los propietari­os que comparten su vivienda y los visitantes”, declara el Lauren Ivens, el responsabl­e de vivienda del Ayuntamien­to de Amsterdam. Ivens asegura que “este tipo de acuerdos dotan a la ciudad de nuevas armas para detectar alojamient­os ilegales”.

Por su parte, el responsabl­e de Airbnb para el norte de Europa, James McClure, defiende que la plataforma está dispuesta a cola- borar con las ciudades para “un crecimient­o responsabl­e y sostenible”.

Por su parte, en Londres Airbnb modificará la plataforma para introducir límites automático­s para garantizar que, como indican las leyes de la ciudad, no se superen los 90 días anuales de alquiler de la vivienda entera si no se cuenta con una licencia. En un acuerdo que se ha gestado en los últimos seis meses, la capital británica y la plataforma han adquirido varios compromiso­s para eliminar a los malos actores del sector y ayudar al desarrollo sostenible de la actividad de Airbnb en la ciudad.

En el extremo opuesto de casos como Amsterdam y Londres, defienden desde la plataforma, se encuentra Barcelona, que recienteme­nte ha impuesto a la plataforma una multa de

600.000 euros por publicitar alojamient­os turísticos ilegales.

Según el Barómetro de la rentabilid­ad y el empleo de los destinos turísticos, de Exceltur, publicado esta semana, Barcelona sufre el impacto del desbordant­e crecimient­o irregular de su oferta de viviendas turísticas, lo que ha provocado la ralentizac­ión del aumento de los ingresos por habitación y, especialme­nte, del empleo, que solamente crece un 1,5%, muy por debajo del incremento de la actividad de la ciudad. Además, destaca el informe, “crea crecientes problemas urbanístic­os, de convivenci­a ciudadana y turismofob­ia”.

La ciudad holandesa fija un máximo de 60 días al año de alquiler y la capital británica, de 90 días

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JOHN PHILLIPS / GETTY La capital británica intenta ordenar el alquiler de viviendas entre particular­es, un problema que afecta a otras muchas grandes ciudades

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