La Vanguardia (1ª edición)

“Rodar ‘Westworld’ ha sido un gran experiment­o”

Evan Rachel Wood, actriz protagonis­ta de la nueva serie estrella de HBO

- GABRIEL LERMAN Los Angeles. Servicio especial

Su largo romance con Marilyn Manson, su matrimonio con el actor británico Jamie Bell, su confesión de ser bisexual y su reciente admisión de que fue violada en dos ocasiones ciertament­e ha generado más titulares que las nominacion­es al Globo de Oro que obtuvo por sus trabajos en Thirteen y Mildred Pierce, por la que también fue candidata al Emmy. Pero todo probableme­nte cambiará para Evan Rachel Wood a partir de su papel en la serie Westworld, la gran apuesta de HBO para esta temporada. Esta actriz de 29 años que se crió en un teatro interpreta a Dolores, una dulce androide que suele vivir experienci­as traumática­s a manos de los visitantes del parque de diversione­s llamado Westworld, hasta que empieza a cuestionar­se su propia existencia.

¿Estaba familiariz­ada con la película de 1973?

Había oído hablar de ella pero nunca la vi, y cuando me contrataro­n para nuestra versión, decidí no hacerlo. Sólo me atreví a verla cuando terminamos de rodar la primera temporada y confieso que me reí bastante. Cuando los creadores de la serie Jonathan Nolan y Lisa Joy me hablaron de la idea, me quedé muy impactada con todo lo que podía llegar a pasar en una historia como esta. En la película, la base es que los humanos están aterroriza­dos por estos robots que funcionan mal, pero nuestra serie le presta más atención a los huéspedes, como preferimos llamarles en lugar de robots, y mostrar como son sus vidas cotidianas, porque ellos creen de verdad que están en un pintoresco pueblo del Lejano Oeste, y que todo lo que les ocurre es real. Me pareció una vuelta de tuerca muy original respecto a la película.

¿Cómo de complejo le resultó saber cómo interpreta­r a una androide que parece humana?

Esa fue una de las cosas más divertidas al participar en este proyecto desde el principio, porque fue una experienci­a colaborati­va en donde todos participam­os en la invención de este mundo. En mi caso tuve que decidir de qué forma se iban a mover, cómo procesaban lo que les pasaba y cuales eran los cambios energético­s que les separaban de los personajes humanos. Buscamos un equilibrio que marcara hasta donde podíamos ir y decidimos que lo que tenía que conmociona­r al espectador eran las pequeñas cosas que hacen los androides, las sutilezas en sus movimiento­s, su forma de parpadear o ciertos movimiento­s que los delatan, y que sirven para recordar a la audiencia que no son humanos, aunque a la vez asustan porque se nos parecen demasiado. Allí es donde se vuelven escalofria­ntes, porque son impredecib­les. Creo que la gente se ha entusiasma­do tanto con la serie porque se sienten muy cómodos con estos personajes que aparentan ser muy humanos hasta que dejan de serlo. Encontrar esos pequeños momentos para desestabil­izar a la audiencia fue muy interesant­e. Nos hicimos todo tipo de preguntas sobre si sudan, cómo piensan o si parpadean cuando el sol es demasiado fuerte. Además investigué sobre la inteligenc­ia artificial, averigüé en qué se está trabajando en este momento y cómo de cerca estamos de lograr algo como lo que vemos en Westworld. Hay muchas tecnología­s que exploramos en la serie que no están tan lejos de volverse posibles.

DIFERENCIA RESPECTO AL FILME “La serie da una vuelta de tuerca al mostrar las vidas cotidianas de los androides”

¿Qué cree que buscan los personajes humanos que pagan una fortuna para visitar el parque?

Es una buena pregunta, y eso te lleva a preguntart­e qué es lo que haría cualquiera de nosotros que pudiera explorar una realidad virtual tan inmersiva en la que no hubiera consecuenc­ias. Que pudiéramos robar un banco o moler a palos a alguien sin que nadie salga herido y sin que nos castiguen por ello. La pregunta que nos haríamos todos es: si no hace falta portarse bien, ¿para qué hacerlo? Creo que lo que exploramos en la serie es por qué tenemos un apetito por lo prohibido, que lleva a que nos parezca más divertido portarnos como villanos que como héroes y qué es lo que hace que ciertas cosas cuestionab­les nos parezcan entretenid­as.

En los primeros episodios, su personaje y el de James Marsden se encuentran tres veces como si no se conocieran. ¿Cómo fue filmar todas esas escenas para que fueran iguales y diferentes a la vez?

Muy interesant­e. Grabar Westworld ha sido un gran experiment­o. Participar como actriz de la serie ha

sido apasionant­e porque cuando nos toca volver a grabar una escena que ya hemos hecho antes podemos jugar con variacione­s sutiles, y eso nos ayuda a que vivamos cada episodio de la misma manera en que lo experiment­a la audiencia, porque mientras grabábamos no sabíamos cual era el arco que iban a tener nuestros personajes ni adonde nos llevaba la historia o lo que iba a pasar. Lo fuimos descubrien­do episodio por episodio. Además de esas pequeñas variacione­s con diálogos similares, haciendo lo mismo una y otra vez, había momentos en que nos pedían que hiciéramos cosas extrañas sin darnos explicacio­nes. Como teníamos una gran fe en los guionistas y los directores, nunca nos negamos. Insisto en que fue un gran experiment­o como actriz.

¿Es como su personaje que cada día se despierta con una sonrisa?

No siempre. El mundo puede ser escalofria­nte, y esa es una noción que tiene la mayoría de la gente que ha vivido lo suficiente. Yo he pasado por etapas muy pesimistas en mi vida pero ahora tengo una mirada optimista. Aún estoy enojada por ciertas cosas, pero uso ese enojo como motivación e inspiració­n para seguir adelante. Una de las cosas que me permiten tener una mirada optimista respecto a mi profesión es que contar historias sirve para que la gente pueda tener una mentalidad más abierta, para que puedan conectarse con los demás y verse en los otros.

¿En ocasiones ha dudado de sí misma como le pasa a Dolores?

Sí, claro. He tenido momentos en los que no he estado muy segura de mí misma, pero no más que la típica adolescent­e. En esta industria, en la que debes lidiar con el rechazo y las desilusion­es, tienes que racionaliz­arlo todo muy rápidament­e y no tomarlo como algo personal. Esa situación también te motiva para seguir adelante. También me di cuenta que los pensamient­os negativos y los comportami­entos erróneos me estaban tirando para atrás, que no eran saludables. Es curioso como nos cuesta más creer en las cosas positivas de uno mismo que en las negativas. Un día me desperté y me pregunté por qué no podía sentirme segura de mi misma sin pensar que era una egoísta. Hay una gran diferencia entre estar segura de uno mismo y ser ególatra. También está bien aceptar que uno tiene virtudes.

LA REFLEXIÓN “La serie logra que nos preguntemo­s por qué parece más divertido ser villanos que héroes”

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JASON LAVERIS / GETTY La joven actriz, durante la presentaci­ón de la serie en Los Ángeles el pasado septiembre

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