Un estudio por 21.000 euros
Años atrás publiqué una crítica titulada “Una casa por 70.000 euros”, sobre una vivienda muy económica de Anna y Eugeni Bach en Gaüses (Girona). Lo de hoy es un estudio tres veces más barato: 21.000 euros, en un local de 146 metros cuadrados, cuya reforma ha costado por tanto la módica cifra de 143 euros el metro cuadrado. Es el de los arquitectos Javier Castellano Pulido y Tomás García Píriz (Cuac Arquitectura), que lo han acondicionado para sí en un antiguo locutorio del casco viejo de Granada, y que figura entre las obras escogidas en el apartado de Patrimonio y Transformación de la XIII Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo.
La reforma de este local para oficina-taller no es una propuesta del gusto de todos los públicos. A algunos les parecerá un mero espacio en obras. Paredes de ladrillo visto muy historiadas y parcheadas, materiales reciclados
Cuac Arquitectura acondiciona como oficina-taller un antiguo locutorio del casco viejo de Granada
aquí y allá, y un acabado que, en puridad, no es tal. Pero hay que entender cuáles eran las prioridades de los autores: el coste mínimo, la reutilización de materiales y el reflejo del paso del tiempo mediante la preservación de estratos históricos del espacio.
Castellano dice que “el local está ahora muy parecido a cómo lo encontramos”. Pero su intervención es visible. Es cierto que los muros, los techos y el suelo no difieren mucho, a lo sumo han sido saneados. Pero hay dos elementos nuevos que estructuran la obra: un mueble continuo hecho con maderas recicladas de encofrado, y una serie de elementos de pladur. Con la madera han construido un mueble zigzagueante que dibuja la distribución del local, empezando como mesa, siguiendo como estantería hasta el techo y soporte de instalaciones, y a ratos también como pavimento que oculta cableados. Con el pladur han realizado un particular arrimadero, presente en varios muros del espacio, a distintas alturas.
Completan la intervención de Cuac Arquitectura una sutil iluminación y la apertura de dos grandes puertas de cristal, una de acceso, otra trasera, cuyos marcos usan también perfiles de metal reciclados. Con tan sencillos mimbres, y con una inversión mínima, han tejido un lugar de trabajo. Que no es poco.