Los italianos se dañan
Aquí en Roma y en toda Italia el pasado día 4 las urnas permanecieron abiertas desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche para que los electores depositaran las papeletas del sí o del no a la reforma constitucional sometida a referéndum. Establecido su campamento base en la Piazza della Maddalena, el periodista anduvo paseando toda la jornada con especial intensidad en el área del Pantheon di Agrippa, Piazza Navona, Via del Corso, Via Condotti, Piazza de Spagna, Piazza del Popolo y aledaños. El ambiente prenavideño con el público en las áreas comerciales era abrumador sin signo visual que identificara los lugares de votación.
Desconcertaban las urnas de altura, situadas con naturalidad en la tercera o cuarta planta sin ascensor y sin protestas audibles de los electores castigados a la escalada. Ejemplar que todos cumplieran el rito de pasar por las cabinas antes de entregar su papeleta para mejor garantía del secreto del voto. Sorprendentes filas separadas para donne y uomini. Original que a todos les sellaran la cartulina donde queda constancia de su participación en los sucesivos comicios. Seguimiento en compañía de colegas de algunos diarios de los resultados ofrecidos por la televisión. Carencia de precisión al informar del recuento en comparación con el proceder de las noches electorales en España. Falta de información numérica y gráfica que estableciera en paralelo el porcentaje de voto escrutado y el resultado parcial correspondiente.
En parte alguna referencia a la pregunta sobre la que habían de pronunciarse los electores italianos, tan completa como confusa en su tenor literal: “¿Aprueba usted el texto de la ley constitucional referente a la disposición para la superación del bicameralismo paritario, la reducción del número de parlamentarios, la limitación del coste de funcionamiento de la Institución, la supresión del CNEL y la revisión del título V del capítulo II de la Constitución aprobada por el Parlamento y publicada en la Gazzetta Ufficiale n.º 88 del 15 de abril del 2016?”. Pero, como en tantos referendos, los votantes del domingo se limitaron a mandar a casa a quien se la formulaba. Optaban por votar para hacerse daño como los británicos del Brexit o los americanos de Trump.