La esperanza como medida
AL pastor estadounidense Martin Luther King le preguntaron en una ocasión qué haría si supiera que a la mañana siguiente iba a sobrevenir el fin del mundo y contestó, sin pensárselo dos veces, que plantar un árbol. Era una forma de expresar que lo único que no se puede perder es la esperanza. Michelle Obama ha sido entrevistada por Oprah Winfrey en la CBS, donde dijo que no será candidata a la presidencia porque no les podría hacer eso a sus hijas y que Donald Trump no representa la esperanza. “Se necesita a una persona madura en la Casa Blanca, alguien que pueda decirnos en tiempos de crisis que todo irá bien”, resaltó la aún primera dama. Se requiere, pues, alguien con ganas de plantar un árbol y no de vender el que tiene delante de casa para hacer leña.
Barack Obama hizo de la esperanza su bandera no sólo durante sus campañas. El libro que escribió cuando se presentó por primera vez se titulaba precisamente La audacia de la esperanza, y se abría con un discurso de la convención demócrata del 2004, donde señalaba que la esperanza es la coraza contra la dificultad, pero también contra la incertidumbre. La esperanza es la medida del político. El propio Obama cuenta en su libro que, cuando optó a un escaño en el Senado por Illinois después de haber trabajado en los barrios de bajos recursos, tras preguntarle de dónde era su curioso nombre, le decían: “Parece usted un tipo decente, ¿por qué quiere meterse en algo tan sucio y desagradable como la política?”. Así que intentó ser sincero en sus planteamientos para devolver a la gente la fe en el futuro.
Trump no ha tardado en responder a la actual primera dama con estas palabras: “¡Claro que tenemos una esperanza tremenda!”. Lo que uno puede creerse o no. Pero lo bueno del caso es que disculpó a Michelle Obama, diciendo que seguramente no quiso expresarse de esa manera. Un acto de contención que sí invita a la esperanza.