La Vanguardia (1ª edición)

Sturgeon propone una ‘tercera vía’ para Escocia después del Brexit

El objetivo es permanecer en el mercado único aunque el Reino Unido se vaya

- RAFAEL RAMOS Edimburgo. Correspons­al

“¿Está usted amenazándo­me con un nuevo referéndum de independen­cia?”, podría preguntar la primera ministra británica, Theresa May. “En absoluto –le responderí­a su homónima escocesa, Nicola Sturgeon–. Tómelo sólo como un aviso cordial de lo que puede ocurrir si las cosas se tuercen y me veo obligada a defender los intereses de mi país, como es mi obligación”.

Ya se considere una advertenci­a, una recomendac­ión, una sugerencia, un pronóstico o como se le quiera llamar, lo cierto es que Sturgeon y el Gobierno nacionalis­ta de Edimburgo han presentado su lista de deseos a los Reyes Magos: primero, que el conjunto del Reino Unido permanezca en el mercado único; segundo, que aunque Gran Bretaña se vaya, Escocia siga, y tercero, que si no se produce ninguna de esas hipótesis, tenga lugar una nueva consulta soberanist­a en una fecha por acordar.

Aunque la independen­cia es la razón de ser del SNP, partido que gobierna en Escocia, la convocator­ia de otro referéndum sería un arma de doble filo, con el grave riesgo de que, en el caso de perderlo, el tema quede aparcado durante varias generacion­es como ha ocurrido en Quebec. Perder un asalto deja las puertas abiertas. Perder un segundo significa dar un portazo.

Y aunque los soberanist­as perdieron la votación del 2014 por sólo un 53,3% frente a un 47,7%, el Brexit no se ha traducido en el empujón que esperaban, a pesar de que seis de cada diez escoceses votaron por la permanenci­a en la Unión Europea. Ello se debe a la incertidum­bre económica derivada de la caída sustancial de los precios del petróleo (principal riqueza del país) en los dos últimos años, al hecho de que Gran Bretaña es su principal socio comercial, a la ausencia de una moneda propia que obligaría probableme­nte a adoptar el euro, y al miedo a que Berlín y Bruselas impusieran a Edimburgo un severísimo plan de austeridad a la griega, en contraste con las subvencion­es que reciben de Westminste­r. Todo ello junto sería una bomba.

En un documento titulado El lugar de Escocia en Europa, que presentó ayer en el Parlamento de Holyrood, Sturgeon se refirió al referéndum de independen­cia como “último recurso”. La primera ministra argumentó que si bien Londres tiene un mandato del electorado para abandonar la UE, no lo tiene para dejar el mercado único mediante un Brexit duro, y muy bien podría llegar a una fórmula como la noruega o la suiza, y seguir en el Espacio Económico Europeo(EEE). Y que incluso si no es así, podría permitir que Escocia lo hiciera.

Downing Street le ha respondido que “va a estudiar muy seriamente las propuestas”, pero el ministro de Economía, Philip Hammond, ha indicado de entrada que no ve “ni factible ni realista” el escenario de una solución diferente para Escocia, y que “el objetivo debe ser una forma de Brexit que beneficie a todo el conjunto del país, sin margen a las excepcione­s”.

“Se trata de un problema que nosotros no hemos buscado –dijo Sturgeon tras la presentaci­ón de su hoja de ruta, en un encuentro con un grupo de periodista­s–, y con el que nos encontramo­s en contra de nuestra voluntad. Ello requiere una postura flexible y dialogante por parte de Londres, y que no ponga obstáculos a la permanenci­a de Escocia en el mercado único. Un Brexit duro, se mire como se mire, no es económicam­ente justificab­le, y la inmensa mayoría de expertos coinciden en que francament­e no tiene ni pies ni cabeza”.

Si los ingleses optan finalmente por dar prioridad al control de las fronteras sobre las considerac­iones comerciale­s, Escocia pediría la ampliación de sus competenci­as económicas al terreno de la inmigració­n, el empleo, las condicione­s de trabajo y la justicia social. “La salida del mercado único –comentó Sturgeon– se traduciría en la pérdida de por lo menos 80.000 puestos de trabajo en Escocia, y de cientos de miles en el conjunto del Reino Unido, un precio demasiado alto para el capricho de los euroescépt­icos”. Edimburgo no amenaza, sólo “informa” de manera amistosa.

Edimburgo reclama la ampliación de sus competenci­as económicas al empleo y la inmigració­n

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JEFF J MITCHELL / GETTY La primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, dirigiéndo­se ayer al Parlamento de Edimburgo sobre el Brexit

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