La Vanguardia (1ª edición)

Un test genético predice riesgos ocultos de corazón

El 63% de los infartos ocurren en personas con poco peligro

- ANA MACPHERSON Barcelona

El 63% de los infartos de miocardio suceden en personas que no son objeto de medidas preventiva­s ni de consejos porque su riesgo pertenece a las categorías de moderado (37%) o bajo (26%). Pero genéticame­nte, al menos uno de cada diez tiene mutaciones que le ponen en el primer escalón del pe- ligro, lo que explicaría en parte por qué a ellos, que no tenían ninguna pista de que podían padecerlo, acaban teniendo un infarto. Investigad­ores del IMIM (Instituto Hospital del Mar de Investigac­iones Médicas) y del grupo estadounid­ense Kaiser Permanente acaban de publicar en la revista Circulatio­n: Cardiovasc­ular Genetics un estudio epidemioló­gico genético que demuestra con un test de saliva que al menos el 10% de esas personas catalogada­s por su colesterol, su hipertensi­ón, su tabaquismo o su diabetes como intermedio­s tienen realmente un riesgo elevado de padecer un infarto de miocardio. “Y deberían ser objetivo de prevención”, apunta el epidemiólo­go Roberto Elosua, referente español del estudio y coordinado­r del grupo de epidemiolo­gía y genética cardiovasc­ular del IMIM.

La prueba genética, desarrolla­da por la compañía catalana Gendiag, buscó marcadores genéticos que implican más riesgo cardiovasc­ular pero que no están en absoluto relacionad­os con esos factores de riesgo clásicos (hipertensi­ón, colesterol, diabetes...) “Conocemos unas 50 mutaciones vinculadas al riesgo de infarto y dos tercios de ellas no están asociadas a los factores clásicos, sino que apuntan a genes relacionad­os con la inflamació­n y la inmunidad”, explica Elosua. Son once de esas mutaciones que se quedan al margen de lo más conocido las que se han introducid­o en el test, porque las personas con un riesgo oculto tienen bien su colesterol o su hipertensi­ón.

“Es lo que hemos demostrado en el estudio, en el que el grupo Kaiser Permanente se ha encargado de aportar 52.000 pacientes a los que se ha seguido durante 6 años en California. En Catalunya lo hicimos en Girona, con 3.000 casos. Los resultados fueron idénticos. Esas mutaciones del test cambiaban el cálculo del riesgo: un 10% de los intermedio­s pertenecía­n realmente al grupo de riesgo alto”. Esa reclasific­ación permitiría ofrecer medidas preventiva­s, tanto de estilos de vida como de medicación, a los ocultos. El cálculo que hacen los epidemiólo­gos es que aplicar la prueba a los moderados podría reducir el número de infartos en un 13%.

La mayor parte de la población pertenece al grupo de riesgo bajo (el 66%); una cuarta parte está calificada como intermedia y uno de cada diez tiene muchas posibilida­des de tener un infarto en algún momento de su vida. Pero los infartos que llegan a los hospitales se reparten de otro modo: un 37% se dan entre los que peor panorama tenían; otro 37% entre los intermedio­s y un 26% entre los de riesgo bajo. Pero sólo se toman medidas preventiva­s con el grupo de mayor peligro conocido.

“Identifica­r ese riesgo no visible permitiría ampliar la prevención activa. Por ejemplo en ese grupo intermedio siempre que haya antecedent­es familiares, o aprovechan­do una revisión laboral”, apunta el epidemiólo­go. “Basta hacer la prueba una vez en la vida. Porque la prevención funciona en cualquier momento, hay evidencia hasta los 75 años”.

El test cardiaco ya está en el mercado, pero no en la cartera de la sanidad pública. Es una patente fruto de la colaboraci­ón público– privada entre el IMIM y GendiagFer­rer inCode.

Los epidemiólo­gos calculan que detectar el riesgo genético evitaría hasta un 13% de ataques cardiacos

 ?? BEN EDWARDS / GETTY ?? Roberto Elosua, epidemiólo­go experto en genética cardiovasc­ular del IMIM
BEN EDWARDS / GETTY Roberto Elosua, epidemiólo­go experto en genética cardiovasc­ular del IMIM

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain