El periodista Quintà asesinó a su exmujer mientras ella dormía
Polémico, contradictorio, iluminado y lleno de controversias. El periodista catalán Alfons Quintà, de 73 años, se suicidó la madrugada del lunes pasado. Antes asesinó de un tiro en la cabeza a la doctora Victòria Bertran, de 57. La relación entre ambos hacía tiempo que estaba rota. Tanto que en una conversación telefónica de la semana pasada, cuando aún estaba hospitalizado tras una muy difícil operación a corazón abierto, Quintà contó a uno de los pocos amigos que le quedaban que no soportaba a Victòria, una mujer –decía– que le hacía la vida imposible y de la que quería separarse. Sin embargo, en la larga carta manuscrita que dejó en su vivienda de la calle Fígols de Les Corts, Quintà escribió que ella quería abandonarle.
¿En qué quedamos? Ayer mismo, un investigador se preguntaba “¿de verdad pretende entender algo así?”. Es verdad. En este como en otros muchos sucesos no hay posibilidades de construir un hilo argumental que ayude a entender por qué han pasado las cosas.
¿Por qué el periodista descerrajó un tiro a la doctora cuando la mujer dormía en la cama del cuarto de matrimonio del piso? Para sus amigos, sus compañeros del CAP de Les Corts donde la mujer trabajaba y para sus familiares, Quintà la mató porque era un asesino. Un hombre que, como explican otras personas con las que coincidió recientemente en Girona, vivía obsesionado y hablaba de su relación con la doctora con esa misma ofuscación.
Quintà y Bertran tenían una relación muy complicada a juzgar por lo que un día de hace ya una década, en mitad de la calle, la madre de la víctima contó con temor al periodista Quim Monzó. No se conocían de nada. El escritor salía de comer de un restaurante del barrio de Sant Antoni cuando una mujer se le acercó y le preguntó si podía hablar con él unos segundos. Aquella señora estaba muy asustada. Le explicó llorando que su hija era la pareja de Alfons Quintà y que tenía miedo por lo que le pudiera hacer. Monzó le recomendó acudir a una comisaría. Pero ni la madre aquel día, ni la hija durante los siguientes años, denunciaron al periodista.
La carta dejada en el piso, como sus últimos artículos publicados en prensa, es intensa y llena de contradicciones. En el mismo texto de despedida, Quintà explica que Victoria le hacía la vida imposible, que le fiscalizaba y le espiaba... Sin embargo, en otro párrafo el asesino reconocía que no iba a soportar que ella le dejara. En definitiva, el perfil de un maltratador. De una mala persona que hizo daño, hasta el último minuto de su triste vida.