CRÍTICA DE MÚSICA CLÁSICA Esencias de Mahler
Es cierto que el tipo de repertorio y de programa hace mucho en la eficacia de una orquesta, pero en esta ocasión he visto a una OBC dúctil, receptiva y concentrada.
En efecto Mahler y Shostakóvich son ámbitos que le van muy bien y en los que parece sentirse cómodo este colectivo de músicos. Desconozco las causas, si fue el trabajo de director o del concertino ocasional, el primer movimiento de la Sinfonía n.º 6 de Shostakóvich la cuerda alta sonó con gran homogeneidad de afinación y sonido, sobre todo en las regiones altas del instrumento en las que se suele notar cierta dureza, y en lo expresivo con buenos contrastes y matices.
El scherzante Allegro y el finale Presto –muy efectista y previsible y no lo mejor del autor– fueron expuestos con relieve, especialmente el Allegro, con excelentes solos de flauta solista sin descuidar la interioridad del lenguaje y un tratamiento rítmico ágil, nada pesante. Una obra que el señor Ono parece conocer bien y disfrutar, y que llega con bonhomía.
La primera parte del programa había previsto al barítono Thomas Hampson que no pudo actuar debido a un problema de salud. No es fácil sobre la marcha encontrar un sustituto en plena temporada para cantar esta versión de comienzos del siglo XX de Des Knaben Wunderhorn de Mahler. Y salvó los papeles el estupendo barítono Dietrich Henschel. La orquesta trabajó con mucha consideración y solidaridad ya que es una tarea difícil para cualquiera cantar esta obra en esta sala, y más cuando ya los recursos van pidiendo el relevo; ley de vida, que el barítono asumió con personalidad y buena disposición, cantando para sí, sin forzar, ya que en los agudos y en la plenitud del canto su voz se endurecía. Pero dejó ver cualidades de magnífico intérprete con momentos en los que la orquesta restó dramatismo y optó por una versión más etérea.
Ono trabajó el color y los balances de la orquesta y contó con buena respuesta, y todo fue un discurso navideño en el que la generosidad del barítono hizo que se agregasen dos lieder de Mahler en los que él estaba más cómodo. Aplauso cerrado, sin bravos, reconociendo una labor en la que el cantante aportó esencias.