La Vanguardia (1ª edición)

Rusia, Irán y Turquía se alían para apuntalar a El Asad en Siria

Putin y Erdogan lideran un pacto para reducir la presencia de EE.UU. en la zona

- EDUARDO MARQUINA Moscú. Servicio especial

La paz en Siria, un país sumido en la guerra hace más de cinco años, ya no está en las manos de Washington ni de las Naciones Unidas. Ahora, tras todas las cumbres fallidas entre el régimen y la oposición celebradas en Ginebra, ha llegado el momento de Rusia, Irán y Turquía de proponer una resolución al conflicto y apuntalar, por lo tanto, al dictador Bashar el Asad en el Gobierno de Damasco.

Surge, por lo tanto, una nueva coalición internacio­nal en la que Turquía, miembro de la OTAN, parece cambiar de bando y defender las posturas de Irán y Rusia.

“Hay contactos entre el régimen de Asad y representa­ntes de la oposición para acudir a una reunión en Astaná (la capital de Kazajistán)”, dijo ayer el ministro de Exteriores de Rusia, Sergéi Lavrov, que no concretó cuándo se celebrará dicha conferenci­a de paz, aunque se espera que tenga lugar a mediados de enero. “Vamos a promover nuestra cooperació­n con Ankara, Teherán y otros países de la región sobre el asunto sirio”, añadió Lavrov.

A esta reunión no ha sido invitado el Alto Comité para las Negociacio­nes, el órgano que representa a los grupos de la oposición bajo la bandera del Ejército Libre Sirio. “No tenemos ninguna conexión con este tema”, declaró un portavoz, perplejo por no haber sido informados de que las negociacio­nes van a seguir en Astaná sin su participac­ión.

Moscú y Ankara negocian un alto el fuego en Siria, según asegura la agencia de noticias estatal rusa RIA Nóvosti. Sin embargo, los rebeldes del Ejército Libre Sirio no han sido informados de manera oficial y, en todo caso, no piensan respetarlo. La intención de Rusia y Turquía es aprovechar la tregua para separar “a la oposición moderada de los grupos terrorista­s”, según indica el despacho de RIA Nóvosti.

En apenas un año y medio Rusia, Turquía e Irán han dado la vuelta a la guerra en Siria y arrinconad­o a Estados Unidos.

Cuando Moscú decidió intervenir para salvar su única base militar en el Mediterrán­eo, en Latakia, El Asad estaba a punto de perder la guerra. Teherán, por su parte, iba a quedarse sin uno de sus máximos aliados en el pulso que libra con Arabia Saudí. Ankara, además, era regañada constantem­ente por Washington por su pasividad ante el flujo de yihadistas en sus fronteras. La Administra­ción Obama, asimismo, ayudaba económica y militarmen­te a los kurdos, que están en guerra con Turquía.

Este malestar turco cristalizó ayer en unas duras declaracio­nes del presidente Recep Tayyip Erdogan, que aseguró que la coalición liderada por Estados Unidos no está cumpliendo sus promesas de luchar contra el Estado Islámico (EI). “Tenemos pruebas de que Washington ha apoyado a grupos terrorista­s en Siria, incluido el EI y las milicias kurdas”, declaró.

Rusia, ahora, ha mantenido su base militar en Latakia y se ha erigido como potencia militar en Oriente Medio, sobre todo tras la batalla de Alepo, bombardead­a extensivam­ente por la aviación rusa. Irán, que sale del ostracismo internacio­nal gracias al acuerdo de no proliferac­ión nuclear con Estados Unidos y la Unión Europea, mantiene a su aliado chií en Damasco y avanza en la derrota a la oposición suní siria, respaldada por los saudíes. Erdogan, por su parte, mientras se aleja de Washington, acumula poder, purga a la oposición y acaba con las aspiracion­es políticas de los kurdos en Turquía.

Fue en el pasado mes de julio cuando los intereses de estos tres países se encontraro­n. Turquía superó un intento de golpe de Estado. Erdogan culpó al líder religioso Fethullah Gülen, refugiado en EE.UU., que lo protege de la extradició­n que han solicitado las autoridade­s turcas. Obama tardó en condenar la asonada y ha criticado las purgas masivas, con más de 40.000 detenidos y decenas de miles de funcionari­os expulsados de la Administra­ción turca.

El primer viaje de Erdogan después del golpe fue a Moscú. Pidió perdón por haber derribado un

Lavrov anuncia una conferenci­a de paz en Astaná sin la oposición rebelde a El Asad Rusia y Turquía buscan una tregua para identifica­r a “los terrorista­s”

caza ruso sobre la frontera siria. Putin aceptó la disculpa y así nació una nueva alianza.

Tan fuertes son estos nuevos lazos que ni el asesinato del embajador ruso en Turquía, la semana pasada a manos de un yihadista, ha enturbiado la relación.

“El crimen es, sin lugar a dudas, una provocació­n destinada a abortar la normalizac­ión de las relaciones entre Rusia y Turquía, y torpedear de paso el proceso de paz en Siria”, dijo Putin el mismo día del atentado (19 de diciembre), víspera de un encuentro en Moscú entre los ministros de Asuntos Exteriores de Irán, Turquía y Rusia. En esta reunión se acordó impulsar las negociacio­nes de paz en Astaná.

Lavrov considera que los tres países han rubricado su decisión de “luchar juntos contra los terro- ristas” y “contribuir al desarrollo del próximo acuerdo entre el Gobierno de Siria y la oposición”. “Estoy seguro –añadió– de que nuestras acciones conjuntas ayudarán a Siria a superar el estancamie­nto”.

Su homólogo turco aseguró que los beneficios de un alto el fuego en Siria “no se aplicarán a los grupos terrorista­s”, lo que, además de dejar fuera al EI también perjudicar­á a muchos grupos rebeldes.

Queda la duda del papel que interpreta­rá Donald Trump, que el 20 de enero asume la presidenci­a de EE.UU. Lo más previsible es que acepte el liderazgo militar y diplomátic­o de Rusia en Siria. Así se deduce, al menos, de los elogios que ha dedicado a Putin.

El apoyo de EE.UU. a Rusia, sin embargo, puede verse comprometi­do por la oposición de los republican­os y de Trump al acuerdo nuclear con Irán. Israel presionará a la nueva Casa Blanca para que modifique el acuerdo y el flamante presidente parece inclinado a hacerlo. Trump deberá entonces elegir porque está claro que Putin le aconsejará dejar el tratado nuclear como está.

A pesar de los intentos de poner fin a la guerra en Siria, las muertes no dejan de aumentar. Staffan de Mistura, enviado especial de las Naciones Unidas en Siria, calcula que son cerca de 400.000. Otras fuentes, sin embargo, aseguran que ya hay más de medio millón de muertos. Las víctimas seguirán aumentando porque nadie espera que los rebeldes, ahora atrinchera­dos en Idlib, se rindan o acepten el alto el fuego que les ofrezcan Rusia, Irán y Turquía.

Turquía, miembro de la OTAN, se aleja de EE.UU., muy crítico con Erdogan Rusia resurge como la gran potencia diplomátic­a y militar de Oriente Medio

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SANA / HANDOUT / EFE Alepo, un ejemplo. La aviación rusa machacó la ciudad hasta vencer a los rebeldes. Irán dirigió el avance terrestre y Turquía negoció la evacuación de los derrotados a Idlib

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