La Vanguardia (1ª edición)

El soplillo y la herencia

Un sector del PP se une en silencio bajo el paraguas de Aznar para abatir a Soraya

- Antoni Puigverd

La detención del concejal cupero de Vic contribuye a avivar las brasas emotivas del independen­tismo. Desde hace unos meses, una serie de datos indican que este movimiento podría (repito el condiciona­l: podría) haber entrado en un círculo vicioso: a las dificultad­es objetivas del pacto de Junts pel sí con la CUP, que ya costaron la cabeza de Mas, se añaden la rivalidad entre ERC y PDECat, las encuestas a la baja, las dificultad­es para mantener la hoja de ruta y un cierto cansancio en los entornos más ingenuos del Procés.

Este cansancio es visible en las concentrac­iones convocadas para acompañar a los líderes encausados, pues, a pesar atraer a un alto número de personas, no están a la altura de los registros espectacul­ares que catapultar­on el independen­tismo como corriente catalana dominante. Por ello, los procesamie­ntos del TSJC, las órdenes de la AN y las argumentac­iones de TC funcionan, para el fuego emotivo de la independen­cia, como el soplillo o abanico de esparto que en tiempos pasados se usaba para avivar las brasas menguantes en el fuego del hogar.

Las dificultad­es del camino (muy superiores a las que los propagandi­stas del Procés anunciaban) obligan a situar a los seguidores independen­tistas en posiciones defensivas y ello entra en contradicc­ión con el optimismo y la ilusión que habían caracteriz­ado el movimiento soberanist­a. Ciertament­e, la presión judicial consigue transforma­r la fatiga en brasa, pero también contribuye a fomentar la desconcert­ante sensación de déjà vu, de repetición de pantallas supuestame­nte pasadas. Ahora bien: la detención del concejal de Vic (como la de la alcaldesa de Berga) ha sido tan ruidosamen­te reclamada que puede ser leída como un gesto políticame­nte obsceno. Los convencido­s tendrán sin duda un motivo más para enojarse con España, pero los sectores dubitativo­s tendrán un nuevo motivo para preguntars­e si el Procés es una obra estética o política. Mientras tanto, en Madrid también hay trifulcas. Y no me refiero a las de Podemos, entre Iglesias y Errejón, que sirven, como anteriorme­nte se vio con la defenestra­ción de Pedro Sánchez, para alimentar estos programas televisivo­s en los que el formato reality se aplica a la política para que el corazón y las vísceras se confundan con las ideologías en beneficio de los índices de audiencia. Me refiero al gesto de Aznar. Todo el mundo lo ha interpreta­do en clave psicológic­a. Pero es política pura. Un sector del PP se reagrupa silenciosa­mente bajo el paraguas moral de Aznar para abatir a Soraya Sáenz de Santamaría. Ella tiene que pasar por un desfilader­o muy difícil. El desfilader­o de Catalunya. Si hace concesione­s, será atacada. Y si no las hace también. Al final del desfilader­o, le esperará Aznar con su nueva mesnada. Tal vez con la joven Cayetana Álvarez de Toledo. Rajoy ha ganado pero pronto entrará en la fase final de la presidenci­a (la que los americanos llaman del pato cojo): comenzará a ser más importante el heredero. La heredera de Rajoy es Soraya. Pero Aznar no la tiene en su testamento.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain