La Vanguardia (1ª edición)

Pasando por la balanza

- Quim Monzó

El entrenador del Montpellie­r, Frédéric Hantz, ha avisado a sus jugadores que por cada gramo que hayan engordado durante estas fiestas de Navidad tendrán que pagar una multa. El domingo lo explicó en la emisora France Bleu: “Será un euro por cada gramo. La multa puede parecer ridícula, pero, si se engorda un kilo, son 1.000 euros”. Y si se engorda dos, 2.000. Y así ir sumando.

El Montpellie­r es un club de fútbol de la primera división francesa. Lo fundaron en 1919. Sólo una vez ha ganado la Liga, en el 2012, hace tan sólo cuatro años. Estos días ocupa el lugar undécimo de la clasificac­ión. Los jugadores se fueron de vacaciones el 21 de diciembre y volverán a entrenarse el sábado, día 31, aunque sea Nochevieja, porque el próximo partido oficial que le toca jugar será el 8 de enero, contra el Olympique de Lyon, una eliminator­ia de la Copa de Francia.

Que a muchos futbolista­s hay que atarlos cortos a la hora de comer (y beber) es fácil de comprender. Todos vimos a lo largo de décadas la evolución de las siluetas de Paul Gascoigne, Diego Maradona o Ronaldo Nazário de Lima, a quien en su país llaman Gordinho. Por eso fue hábil Pep Guardiola cuando era entrenador del FC Barcelona y se fijó en qué comía Leo Messi. Básicament­e pizzas, asados argentinos y, para beber, refrescos con muchas burbujitas. Si están bien hechas, las pizzas son muy buenas, pero Guardiola vio que, con una dieta tan poco equilibrad­a, aquel jugador no podía desplegar todo su potencial. Por eso le estructuró un régimen. Le hizo probar un alimento que el jugador casi desconocía –¡el pescado!–, que se convirtió en el eje de su dieta. Además, grandes cantidades de fruta y verdura, que, hasta entonces, sólo habría visto en fotos. En el Manchester City, Guardiola sigue convencido de las bondades de las dietas y por eso, en septiembre, uno de sus fichajes estrella fue la nutricioni­sta Sílvia Tremoleda.

Los clubs más humildes, como el Montpellie­r, no pueden permitirse esos dispendios. Por eso el recurso a las multas –1.000 euros por cada kilo ganado– es una solución, siempre y cuando el jugador no gane suficiente dinero para que tanto le dé pagarlos y hartarse como un cerdo. Por un momento se me ha ocurrido que muchos políticos que llegan a los Parlamento­s con una figura discreta y acaban gordos como una mala cosa también podrían pagar 1.000 euros por kilo ganado durante cada legislatur­a. Pero a Felipe González le habría salido gratis. Aquella imagen suya de hace unos años, en un yate, con un puro en la boca y una barriga descomunal, se la forjó después de que más o menos dejara los cargos políticos –los empresaria­les no– y se dedicara a hacer bolos muy bien remunerado­s por el mundo para, de vez en cuando, reaparecer en Madrid para reñir a sus excompañer­os de partido cuando no quieren hacer todo lo posible para que el PP gobierne.

Los jugadores del Montpellie­r pagarán mil euros por cada kilo engordado durante Navidad

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