Actos de cobardía
Hace unos días me aconteció un hecho que quiero compartir. Erróneamente, los integrantes de un coche de gama alta, con la mamá al volante, interpretaron que yo les había quitado una plaza de aparcamiento en la vía pública. Esta señora y su familia desconocían que llevaba 15 minutos esperando en la esquina para poder aparcar. Así que, finalmente, aparqué y me fui a la gestión por la que me había desplazado hasta la zona en la calle de Espronceda, a la altura del número 222. Una vez finalizadas mis gestiones en la zona, fui al coche y esta adorable familia había pinchado dos ruedas de mi vehículo, con una nota en el parabrisas que decía “¡Que tengas un buen día!”.
Es curioso, pero no sentí rabia, sino una profunda pena por una mujer que, acompañada de su familia, es capaz de reaccionar con tanta ira y odio por una completa nimiedad. ¿Qué valores está transmitiendo a sus hijos? ¿Realmente se sintieron mejor? Querida, las ruedas se cambian. La ira, la rabia, la deshonra de tu acto y la cobardía que demostraste no desaparecen pinchando las ruedas del vecino.
MERCEDES MONTILLA
Barcelona