Un buen obispo
JAUME CAMPRODON ROVIRA (1926-1916) Obispo emérito de Girona
Cuando nombraron obispo de Girona a Jaume Camprodon, la revista Ressò, editada por Acció Catòlica de Santa Coloma de Farners, lo recibió con este saludo: “Es un buen sacerdote con experiencia de sacerdote”. Después de ejercer 28 años como obispo de Girona, de 1973 al 2001, de Jaume Camprodon –que murió el día de Sant Esteve a los 90 años– se podría decir también que fue un “buen obispo”, de los que dejan huella, con un talante sencillo, próximo al territorio y a la gente, muy en la línea de lo que ahora propugna el papa Francisco.
Jaume Camprodon había nacido en Torelló (Osona) en 1926 y entró en el Seminario de Vic después de la guerra. Ordenado en 1949, ejerció en Seva, Sant Joan de les Abadesses, Taradell y Vic. En 1955 pasó a ser director espiritual del Seminario Menor de Vic y en 1963 obtuvo del obispo, Ramon Masnou, su mentor, el permiso para trasladarse a París a estudiar catequesis en el Instituto Católico. Un año después lo reclamaba como párroco de Calaf y poco después era trasladado a la parroquia de Crist Rei de Manresa, donde durante cuatro años realizó una importante tarea pastoral siguiendo las recomendaciones de apertura del concilio Vaticano II. En el año 1971, el obispo Masnou lo nombra vicario de pastoral, después de una consulta entre los sacerdotes de la diócesis.
El 2 de septiembre de 1973 fue nombrado obispo de Girona, para sustituir un peso pesado como Narcís Jubany, que había pasado a la diócesis de Barcelona. Pocos días después, cuando todavía no había sido consagrado, presidía en Castelló d’Empúries una misa exequial por el sacerdote-obrero Joan Alsina, asesinado en Chile. Y su primera gran decisión, que sorprendió a todo el mundo, fue la renuncia a vivir en el palacio episcopal para ir a un piso de alquiler. Una de sus cartas más recordadas del Full Parroquial es aquella donde decía que “la Iglesia tiene que volver a Nazaret”. Después vendrán otros hitos como la inauguración de la Casa de Espiritualidad de Banyoles, la primera Pascua Joven y el impulso del Centro Cristiano de los Universitarios, el Plan de Reflexión Pastoral y la constitución del Consejo Pastoral Diocesano, la creación del Fondo Común Diocesano, la inauguración del Museo de Arte de Girona (que reunía las colecciones del Museo Diocesano y la Diputa- ción) y más adelante la creación de la Delegación Episcopal de Pastoral Social y los secretariados de Pastoral Obrera, Penitenciaria y de Jóvenes.
Camprodon vivió los años difíciles de la transición. Él todavía tuvo que “presentarse” ante Franco en El Pardo. Pero en octubre de 1975 envió una homilía bastante crítica, para ser leída en las parroquias, sobre las últimas ejecuciones del franquismo que en el último momento tuvo que hacer retirar. En 1991, en el Full, se publicó el editorial Política i moral, donde se criticaba “la propaganda millonaria y electoralista de la Generalitat”, que provocó una dura réplica del presidente de la Generalitat Jordi Pujol. El obispo aclaró que se ratificaba en la importancia de la moralidad en la política, aunque se desmarcaba del contenido literal del artículo.
Hay que remarcar también el papel de equilibrio que ejerció en el concilio provincial Tarraconense, donde los sacerdotes de su diócesis fueron de los más activos y avanzados en sus propuestas.
Camprodon rehusó en el 2002 la Creu de Sant Jordi. Lo justificó apelando al cardenal Vidal i Barraquer cuando decía que “el mejor galardón para un prelado es la cruz pectoral y ya tenemos demasiadas cruces en la vida para recibir otra”.
Tal como pidió, su cuerpo será entregado a la ciencia. La misa exequial se celebrará mañana a las 11 en la catedral de Girona.