Que siga Superman
Si leen ustedes la primera página de la sección de Deportes de este diario verán con claridad cuál es el reto mayúsculo del FC Barcelona para el 2017. En este tema no hay tiqui taca que valga. Balón directo. Lo que importa es renovar a Messi, cueste lo que cueste. Y hace bien el club de plantearse esta necesidad con un tiempo verbal imperativo.
Seamos realistas. Gozamos de una plantilla espectacular en un club de la élite mundial, que además ha sabido eliminar, con los años, muchas debilidades competitivas y ausencias de amor propio. Pero por encima de todo, por encima incluso del venerado sistema, se halla el enviado celestial a la tierra vestido de corto que no es otro que Leo Messi.
Sabemos que el fútbol es un juego donde lo colectivo pesa más que la individualidad (de hecho lo constata el propio Messi cuando juega con la albiceleste) pero, pese a todo, el desequilibrio diabólico que el argentino imprime al equipo es tan brutal que no hay contador Geiger que resista al baño de radioactividad con el que Messi contagia el juego azulgrana.
La directiva está haciendo los deberes con los jugadores clave del equipo pero le falta atar la piedra angular. Sin ella, la pléyade de figuras acaba convirtiéndose en un deslavazado elenco de buenísimos jugadores. Con la amalgama Messi el colectivo crece y el equipo es capaz de ganar y de escalar los retos de mayor enjundia. Sin él, el poderío mengua ofreciéndole al aficionado barcelonista una imagen fugaz pero dramática de lo que será la vida sin el astro argentino cuando este desee irse o el reloj biológico de su pequeño cuerpo se vea forzado a dar un paso atrás.
Renovar a Messi no es una gestión más para el club, es tan esencial como lo es el agua para la Tierra
Mientras Messi siga siendo Messi no hay debate y por ello es necesario que el club haga lo que sea preciso para que no haya dudas económicas respecto a su continuidad. Se desprende idéntico mensaje de las palabras que Luis Enrique pronunció en Barça TV. El técnico asturiano, obviamente, se deshizo en elogios sobre el argentino y advirtió una cuestión clave: “Si él regatea a cinco jugadores es genial, es un plus que nos da, pero yo no puedo preparar al equipo esperando que ocurra esta jugada”. Se refería el técnico al jugadón de Messi frente al Espanyol y tiene razón el asturiano: el Barça no puede estar esperando constantemente la genialidad del argentino pero sin desmerecer el trabajo de equipo y el meticuloso método preparatorio de Luis Enrique es cierto que al rescate de las carencias del bloque azulgrana siempre acude Messi como si se tratase de un superhéroe de cómic americano. Por favor, presidente Bartomeu: no permita que Superman abandone la Tierra.