La Vanguardia (1ª edición)

Teléfonos obsoletos

El Gobierno prorroga la concesión de un servicio que resulta deficitari­o

- Barcelona

El último recuento de Telefónica apunta que en España quedan unas 18.300 cabinas, de las que aproximada­mente la mitad no llegan a cursar una sola llamada en el transcurso de todo el año.

Lejos queda el mediometra­je de Antonio Mercero La cabina (1972), archipremi­ado y protagoniz­ado por José Luis López Vázquez, cuando España entera vivía pendiente de las cabinas de teléfono para poder comunicars­e. Se usaban tanto que la queja más común sobre ellas solían ser que estaban averiadas o que había pocas. Hoy nadie las ve. Nadie las busca. Con un móvil en el bolsillo, ¿quién necesita una cabina? No obstante, para la administra­ción, se trata de un servicio público universal, así que el Boletín Oficial del Estado (BOE) publicó ayer una prórroga de un año para mantener un tipo de equipamien­to por el que nadie quiere pujar.

El último recuento de Telefónica apunta a que en España quedan unas 18.300 cabinas, de las que aproximada­mente la mitad no llega a cursar una sola llamada en el transcurso de todo el año. En la ciudad de Madrid quedan cerca de un millar, mientras que en Barcelona el número se reduce a la mitad. En conjunto, 12.000 de ellas no resultan rentables, ya que requieren un mantenimie­nto que no compensan con el rendimient­o económico que dan.

El Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital designó ayer de forma directa a Telefónica para prestar el servicio de cabinas para todo el 2017, aunque si el carácter de servicio universal no se modifica, en el sentido de ser revocado, la asignación podría extenderse un año más.

El carácter de servicio público universal obliga a la existencia de una cabina disponible en buenas condicione­s de uso como mínimo en cada población española con más de 1.000 habitantes. Cada 3.000 habitantes, debe añadirse una cabina más. Así, una pequeña ciudad de unos 50.000 habitantes debería tener dentro de sus límites un mínimo de 17 cabinas.

La Comisión Nacional de los Mercados y la Competenci­a podría plantearse durante el 2017 la supresión del carácter universal del servicio de cabinas. El coste estimado de mantenerla­s es de unos 5 millones de euros al año, según la compañía, aunque la prestación estaba valorada por Competenci­a en 1,4 millones en el 2014. El nuevo periodo de prestación del servicio ha vuelto a otorgarse a Telefónica después de que en el 2011 se hiciera por un periodo de cinco años que termina el próximo 31 de diciembre.

El número de cabinas no sólo se ha ido reduciendo en los últimos años –a raíz de unas 5.000 menos anuales–, sino que la prestación de servicios como los locutorios telefónico­s también han contribuid­o a que cada vez recurran a ellas menos personas.

De ser un servicio que utilizaba una gran mayoría de población, hoy se estima que el 88% de los españoles nunca ha usado una cabina telefónica. La designació­n del ministerio a la compañía incluye además la prestación del suministro de la conexión a la red pública de comunicaci­ones.

En otros países de la Unión Europea ya no se designan operadores con este fin. La Comisión Europea tiene sobre la mesa una propuesta de reforma de las comunicaci­ones que no incluye los teléfonos públicos de pago ni la elaboració­n y suministro de las correspond­ientes guías telefónica­s que se hacía en el pasado.

Las previsione­s apuntan a que la pérdida de la universali­dad del servicio llegará pronto. Es decir, que este mismo año pueden dejar ser esenciales. De hecho, hace mucho que no las buscamos.

Estos equipamien­tos podrían perder en el 2017 su carácter de “universal”, lo que las hará desaparece­r

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MANÉ ESPINOSA / ARCHIVO Una cabina telefónica en el municipio de Sant Cugat

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