La Vanguardia (1ª edición)

Los Simpson en Castelló

- Quim Monzó

El Servicio de Igualdad de Oportunida­des del Ayuntamien­to de Castelló de la Plana ha editado un calendario para el año que empieza este domingo. El calendario quiere denunciar “los estereotip­os que la ficción televisiva contribuye a consolidar gracias a contenidos y personajes que muestran un papel femenino sumiso y supeditado a la figura del marido y padre de los niños”. La idea es razonable y más si tenemos en cuenta que la denuncia la hacen a partir de la serie de dibujos animados Los Simpson. Lleva como lema “No sigas jugando a los Simpson, está la igualdad en juego”. La concejalía de Igualdad quiere conciencia­r “sobre los peligros de asumir como adecuados los referentes familiares de la ficción audiovisua­l, especialme­nte aquellos que perpetúan el rol de hombre dominante y mujer sumisa, que fomentan la desigualda­d”. La vicealcald­esa y concejal del área, Ali Brancal, puntualiza: “En el caso de Los Simpson podemos ver cómo el marido es quien trabaja fuera de casa y, entre otros, tiene comportami­entos agresivos hacia su hijo mientras la madre, Marge, es un ama de casa abnegada que vive una vida, basada en el cuidado de los otros, que no la satisface”.

Pues tienen toda la razón del mundo. Desde que Los Simpson se estrenaron –en Barcelona, con una fiestaza en el Nick Havanna– no he dejado nunca de pensar que los personajes podrían ser de otra manera, para no perpetuar esos modelos heteropatr­iarcales. De nada sirve la excusa que se trata de una serie satírica sobre los estereotip­os de la vida norteameri­cana y que se ríe de todo. Cuando la serie apareció, el entonces presidente americano, George Bush padre, la criticó con tanta intensidad como el Ayuntamien­to de Castelló ahora, aunque no por los mismos motivos. Y, en cambio, mira tú que sería fácil, con unos ligeros cambios, convertirl­a en un modelo de relaciones familiares del que la ciudadanía podría aprender.

Bart sería un niño preocupado por los problemas sociales y el medio ambiente, que cada día, al salir de la escuela, se manifiesta contra la política inmigrator­ia de Donald Trump. En su habitación, un gran poster: “Refugees welcome”.

A Marge la dibujaría como una emprendedo­ra que ha creado su propia empresa de consultorí­a estratégic­a para pymes. Siempre con una cartera en la mano, cuando llega a casa lo encuentra ya todo a punto, porque Homer y Bart se han ocupado de ello.

A Lisa la dejaría tal cual. Ya está bien como está.

A Homer lo convertirí­a en un hombre responsabl­e que, cuando no está en el trabajo, se dedica a limpiar y a cocinar. Gracias a una hora de gimnasio en días alternos mantiene una figura y unos abdominale­s espléndido­s. Su bebida preferida son los zumos verdes y, para comer, el seitán.

¿Apasionant­e, verdad? Ahora ya sólo falta encontrar a unos guionistas capaces de escribir algo interesant­e con esta mierda de personajes.

La concejalía de Igualdad del Ayuntamien­to no ve a los Simpson con buenos ojos

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