La Vanguardia (1ª edición)

El enebro del Boixaus

- Julià Guillamon

Como estos días que tanto nos gustan, entre San Esteban y Año Nuevo, no podremos ir, subiremos esta primavera. Holgazanea­remos un poco, nos levantarem­os por fin, desayunare­mos y saldremos a la montaña, por la pista del Vidal, siempre hacia arriba, atravesare­mos el bosque de castaños viejos y nos adentrarem­os en el hayedo que te enamoró cuando té llevé por primera vez. Como será primavera, en el camino habrán brotado tantas nueces de haya, con los cotiledone­s que explotan y forman una pequeña flor, que parecerá que caminemos por un prado. Llegaremos a la casa del Boixaus e iremos a ver el enebro rojo. Es un árbol que parece un arbusto, por el camino hemos visto muchos, delgados como ramas delgadas. Este tiene ochociento­s años, pero a nosotros nos gusta decir que tiene mil. ¡A cuantos personajes históricos podría haber conocido este árbol que parece eterno! Yo recordaré aquella vez que regresaba con Pau de jugar a fútbol en la parte silvestre del Park Güell, pasábamos por la plaza de la Virreina y le enseñé el balcón del piso de la calle Astúries donde había vivido la tieta Mercè. “Aquí vivía la tieta Mercè, que ya murió”. Y entonces Pau, que debía tener seis o siete años, dijo con un gesto de rabia: “¡Nosotros no nos moriremos nunca: nos pondrán en una máquina!” “¡Qué salidas tenía el chaval!” –dirás sonriente–.

Saludaremo­s a la pareja que lleva el hospedaje del Boixaus y recordarem­os que tenemos que ir a comer al restaurant­e de Coll de Te, en la otra vertiente de la montaña, donde nos acogieron la pasada primavera, aquel día que caían tantos rayos y tuvimos tanto miedo. No llevábamos dinero encima: nos ofrecieron refugio y nos invitaron a un café, mientras escuchábam­os por la radio cómo el Barça ganaba la Liga.

Regresarem­os por el sendero. Tu llevarás la camiseta de licra de color fresa y los sujetadore­s de deporte que te sientan tan bien. Como será primavera iré cogiendo violetas del camino para hacerte un ramo. Y nos reiremos recordando a tu madre, que adoraba las violetas, y que se escandaliz­aba una temporada que yo me las comía en la ensalada. Propondré que hoy podríamos cenar con cordura. Pero ya en casa abriremos aquel salchichón delicioso de la Pastisseri­a Font de Viladrau, con el champán que nos regalaron Eugènia y Julià. Tendremos pan de tres harinas, que habrás ido a comprar a tu nuevo amigo Draco, el hereu de Can Mir. Tu me consentirá­s y freirás una alcachofa. Yo, para verte contenta, pondré un disco de George Harrison o las versiones de Nick Lowe con Los Straitjack­ets que te tienen enganchada. Cenaremos mirando una película antigua y, al terminar la cena, pasaremos al sofá. Cuando falten veinte o veinticinc­o minutos de película, nos dormiremos abrazados uno al otro. Me despertaré antes que tu y te llevaré a la cama dulcemente.

A la mañana siguiente, en la agenda que te regaló Albert y que te hizo tanta ilusión apuntarás: “¡Qué gran día!” Yo pasaré a tu lado, veré lo que escribes y te besaré en el cuello.

A la mañana siguiente, en la agenda que te regaló Albert y que te hizo tanta ilusión apuntarás: “¡qué gran día!”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain