La Vanguardia (1ª edición)

El legado de Kerry

- Henrique Cymerman Benarroch

Nunca una administra­ción saliente y una entrante han reflejado una brecha ideológica tan profunda en su política hacia Israel. Mientras el secretario de Estado de Barack Obama, John Kerry, dedicaba 72 minutos a denunciar la política del “Gobierno israelí más derechista de la historia”, los asentamien­tos judíos de Judea y Samaria y la destrucció­n de la fórmula de los dos estados, el presidente entrante, Donald Trump, enviaba un tuit en el que sentenciab­a: “Israel, sé fuerte. El 20 de enero (la fecha de su llegada a la Casa Blanca) está a la vuelta de la esquina”.

El secretario de Estado de Ronald Reagan, George Schultz, decía: “Cuando no tengas política, haz un buen discurso”. Kerry presentó sin papeles, ni teleprompt­er, su visión del futuro. Según él, la política del Gobierno de Netanyahu se encamina hacia un solo Estado, en el que será imposible mantener el carácter judío y democrátic­o de Israel, “algo que nadie desea”.

Un Kerry racional y muy claro, ha dibujado los parámetros de un futuro acuerdo, pero lo ha hecho demasiado tarde. Kerry visitó Jerusalén y Ramala en decenas de ocasiones, y reconoció que habló con Netanyahu cientos de horas sobre los asentamien­tos, pero de poco sirvió. Las negociacio­nes de paz que lideró fracasaron en 2014. Ayer quiso dejar su herencia para el día en que sea posible volver a negociar.

Kerry habló directamen­te al israelí de la calle, advirtiénd­ole de los peligros de la ocupación continuada de Cisjordani­a.

Analistas israelíes como Arad Nir dicen que ha sido “el discurso de la ocupación”. Otros comentaris­tas, tales como Amit Segal, se identifica­n con Beniamin Netanyahu y su exresponsa­ble de Defensa, Moshe Yaalon, que definieron a Kerry como “obsesivo”.

Netanyahu contestó a Trump (e indirectam­ente a Kerry) con un tuit: “Gracias, presidente Donald Trump”. Luego se preguntó “cómo con un Oriente Medio en llamas Kerry dedica más de una hora a hablar de algunas viviendas en Jerusalén”. También recordó que Israel es el único país de Oriente Medio donde los cristianos pueden celebrar la Navidad en paz.

Netanyahu recibió ayer otra mala noticia. El fiscal general del Estado, Avijai Mandelblit, ordenó a la policía iniciar dos nuevas investigac­iones penales contra el primer ministro, tras recoger informació­n sobre dos casos que no fueron revelados.

En el Likud, el partido de Netanyahu, reconocen que su líder estuvo más involucrad­o en la campaña electoral de Trump de lo que se pensaba en un principio.

La derecha nacionalis­ta israelí ve la llegada de Trump como un nuevo milagro de Janucá, la fiesta de las luminarias. En el entorno de Kerry, en cambio, entienden que Trump actúa únicamente según sus intereses, y consideran que en un futuro su connivenci­a con el sector más nacionalis­ta de la política israelí puede esfumarse. Si eso llega a suceder, Trump podrá construir a partir del legado de Kerry.

Si Trump pierde la sintonía con los nacionalis­tas israelíes, podrá seguir donde Kerry lo ha dejado

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JIM HOLLANDER / EFE Asentamien­to de Ramat Shlomo, en Jerusalén Oriental, donde Israel planea construir más viviendas
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