Diez trasplantes en 24 horas
Doscientos profesionales de Vall d’Hebron operan a 4 niños y 5 adultos
Cargados de emociones y satisfacción al mes de aquella maratón de trasplantes en 24 horas, sobre todo ahora que ven a la mayoría de los protagonistas –cuatro niños y 5 adultos– pasando fin de año en casa, los coordinadores de trasplantes de Vall d’Hebron reconocen que preferirían no repetir la experiencia. Que mejor tres a la semana que diez implantes a la vez y un carrusel de avisos en cuatro ciudades distintas para extraer los órganos donados. “Movilizamos al cien por cien de los equipos de Vall d’Hebron, nadie pudo quedarse fuera. Fueron llegando avisos de que había un órgano para nosotros, y luego otro, y otro”, explica Teresa Pont, la coordinadora de Programas de Donación y Trasplante del hospital. “Cuando llega un órgano para ti no podemos permitirnos perderlo, quizá no llegue otra oportunidad a tiempo”.
Por eso no renunciaron a ninguno. Hace un mes, a las 4 de la mañana llegó el primer aviso: “Había un hígado para nosotros en otra ciudad. Cuando estábamos preparando la extracción allí y aquí, al receptor, llega un nuevo aviso de un donante multiorgánico en la otra punta del mapa. Había que enviar otro equipo de extracción: era un niño. Podríamos implantar un corazón, un hígado, dos pulmones. Los riñones no te los ofrecen al principio porque aguantan más y no es una intervención urgente. Suelen esperar para procurar atender la lista de espera más próxima. Al final también fueron para nosotros. Los pulmones fallaron. Son mucho más frágiles”, explica Cristopher Mazo, uno de los coordinadores de trasplantes de Vall d’Hebron.
A las 8 de la mañana un hombre de 55 años se convirtió en donante en el propio hospital: pulmones, corazón, hígado, riñones. Otro equipo en marcha. El corazón se fue a Bellvitge, los pulmones fallaron. Los otros órganos tenían ya candidatos. Cuatro trasplantes más. A las 7 de la tarde, con los quirófanos echando humo –habían movilizado a todos los cirujanos de trasplantes (de hígado, pulmón, riñón, corazón infantil) especialistas de cuidados intensivos, reanimación y anestesia, laboratorio, urgencias, microbiología, radiología, responsables de enfermería de todas las áreas afectadas, de celadores...– les piden otra unidad de extracción porque hay unos pulmones en otra ciudad.
A las 8 de la tarde, otro más. Esta vez un hospital a menos horas de distancia, pero había que ir. En total, 11 quirófanos del nuevo bloque quirúrgico en marcha simultáneamente y cuatro equipos operando para conseguir los órganos donados en las mejores condiciones para que no se malogre ninguna esperanza. En la sala de espera coincidieron varias familias. De ellas se
Cuatro niños y cinco adultos recibieron de cinco donantes riñones, hígados, pulmones y un corazón
ocuparon enfermeras especializadas: “Algunas operaciones tardan doce horas”, explica Carmen Vallés, supervisora de este equipo.
“Triana está estupenda. Antes del trasplante había pasado por tres intervenciones a corazón abierto e incontables cateterismos. Yendo y viniendo de Palma a Barcelona durante año y medio. Acaba de cumplir los dos años. Podremos irnos el fin de año a casa. Luego volveremos para las pruebas. Claro, mascarilla, dieta, medicación, pero es que a ella no le llegaba la vida más que para seguir respirando y ahora es otra cosa”, resume Jéssica Alba, su madre. Con lágrimas reconoce: “A mí el muchas gracias se me queda corto, la verdad”.
Julià ya está solo de visita, acaba de llegar de casa, en Girona. A los dos años y medio demuestra en brazos de su padre, Àngel, que el riñón nuevo, la enorme operación, la medicación inmunosupresora y todas las noches pasadas inyectando a sus riñones la albúmina que no podía producir no le merman ni medio minuto de actividad. “Nos llegó el aviso justo después de que nos pusieran el catéter para iniciar la diálisis. Ahora, nada que ver. Claro, hay que vigilar los lugares cerrados y pasar los controles del riñón. En seis meses la medicación irá bajando”. Ahora, a casa, con su padre con reducción de jornada y su madre prolongando una baja. Habrá tiempo de normalizar.