La más antigua de Barcelona
De abrevadero para animales a fondo para ‘selfies’, la fuente de Santa Anna es testigo privilegiado de más de siete siglos de historia
660 años dan para mucho. Desde sobrevivir a un asedio por mar hasta proveer de agua a miles de personas amenazadas por la peste. La fuente de Santa Anna ha sobrevivido, desde 1356, a siete siglos de la intensa historia de Barcelona. Situada en la confluencia de la calle Cucurulla con Portal del Àngel, es la más antigua de Barcelona. Su construcción en una época de decadencia sirvió de alivio para la población barcelonesa, que sin agua corriente en casa se servía de pozos y fuentes públicas. Sin embargo, antes fue un abrevadero para caballos ubicado en un lugar de la ciudad muy concurrido por viajeros: la plaza de Santa Anna. No fue hasta 1375 cuando el abrevadero se amplió con una fuente que, desde entonces, se puede observar anclada en la fachada del Reial Cercle Artístic. Aunque la fuente cuenta con cinco cuerpos, todo parece indicar que su forma original fue octogonal. Pero no es el único cambio que ha sufrido. La remodelación más importante tuvo lugar en 1918, cuando Josep Aragay decoró las paredes con cinco plafones de cerámica y elaboró unos jarrones que se colocaron en la parte superior. Hoy en día, la fuente de Santa Anna no deja de despertar el interés de los turistas que a diario se fotografían ante esta emblemática –y longeva– obra de Barcelona.
Su construcción alivió la sed de los barceloneses que, sin agua corriente en sus casas, se servían de pozos y fuentes públicas en una de las épocas más duras y decadentes de la Ciudad Condal