La Vanguardia (1ª edición)

Más de 17.000 días con un maltratado­r

Las hijas de Jacqueline Sauvage, indultada tras matar a su marido, narran una vida de violencia contra su madre y ellas

- CRISTINA SEN Barcelona

Era el 10 de setiembre del 2012, un día más de peleas y golpes. Tras discutir a raíz de una decisión profesiona­l de su hijo Pascal, Jacqueline Sauvage se toma unos somníferos y se acuesta en su habitación, que cierra con llave. Su marido, Norbert Marot, golpea la puerta y le reclama que prepare la cena, le pega, baja y se prepara un whisky en la terraza. Jacqueline Sauvage no puede más, tiene 65 años y hace 47 que este hombre la maltrata y sabe que ha abusado sexualment­e de sus hijas. Coge la escopeta de caza que está apoyada en la pared y le dispara tres tiros. No sabe aún que su hijo Pascal se ha suicidado.

Los periódicos franceses recordaban ayer la difícil vida de Jacqueline Sauvage, a raíz del indulto que le acaba de conceder François Hollande y convertida en símbolo de la lucha contra la violencia machista en Francia. El presidente francés argumentab­a que su lugar no estaba en la cárcel, sino junto a su familia. Un indulto que llega después de la campaña que se organizó a su favor tras hacerse pública en el 2014 la durísima sentencia que le condenaba a 10 años de prisión. Los jueces desestimar­on los argumentos sobre la legítima defensa y preguntaro­n a Sauvage porqué no había denunciado nunca. Se olvidaban así de que en Francia sólo un 14% de las mujeres presentan denuncia contra sus agresores.

El diario Le Figaro recordaba la vida de Jacqueline y de sus hijos a través del testimonio que dieron Sylvie, Carol, y Fabienne que decidieron explicar lo que por miedo ocultaron durante muchos años para poder sacar a su madre de la cárcel. Jacqueline conoció a Norbet a los 15 años, un chico gamberro y agresivo y se casaron cuando ella a los 17 años se quedó embarazada de su primera hija Sylvie. A los 23 años ya tenían cuatro hijos y, según relataba la hermana mayor, crecieron en un clima de violencia contra la madre y contra los pequeños. Golpes y tocamiento­s a las niñas, a las que también violó en un clima de terror en la que cada una guardaba su tragedia para intentar sobrevivir.

Sólo una vez alguien se acercó a la policía. Fue Fabienne, quien de adolescent­e se fugó y explicó en la comisaría lo que sucedía en casa. Pero llegaron los padres, él muy furioso y la joven aterroriza­da, según relata Le Figaro, finalmente no denunció. Nadie hizo nada.

La vida pasa, los hijos crecen pero los golpes y las humillacio­nes siguen para Jacqueline. A veces se refugiaba en casa de sus hijas, pero el maltratado­r siempre volvía a buscarla. Con 24 años, Carole no puede más y le explica a su cuñada cómo es su padre, lo que le hizo a ella, y a su madre. Un tiempo después ésta se lo hace saber a Jacqueline, le cuenta los abusos sexuales sobre sus hijas. Y también acaba llegando a Pascal. Pero sigue el silencio.

Fabienne y Pascal trabajaron de adultos en una empresa familiar de transporte y pese a su edad siguieron recibiendo los insultos y las presiones de su padre. Debido al comportami­ento agresivo de Norbert, la familia fue expulsada del club de caza del que forman

El hijo de Sauvage, al que el padre presionaba e insultaba, se suicidó un día antes del asesinato

parte –por ello en casa tienen escopetas–. Los dos hijos siguen cerca de la madre pero llega un momento que Fabienne no puede más y se aleja de la familia convencida de que nada va a cambiar. Sólo quedan cerca del maltratado­r Jacqueline y Pascal, contra los que redobla su violencia y todo se vuelve aún peor.

Cuatro días antes de que Jacqueline cogiese la escopeta, Sylvie se la encontró de compras por el pueblo. Estaba destrozada.

Jacqueline Sauvage salió de la prisión el miércoles gracias a que sus hijas explicaron en voz alta lo que es la violencia machista y lo que es vivir con un depredador para el que sus hijos también fueron objetos a su servicio. Todos los partidos han apoyado la decisión de Hollande, que viene tras una campaña que contó desde el principio con el apoyo de altos representa­ntes institucio­nales como la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. La polémica judicial en torno al indulto queda eclipsada por el relato de estos 47 años.

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VIKEN KANTARCI / AFP
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AGNES COUDURIER-CURVEUR / AFP

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