La Vanguardia (1ª edición)

Futbolista­s en descanso

- José María Brunet

Las vacaciones de los astros del balón suelen ser una ocasión propicia para que emerja su personalid­ad. La mayor parte de las veces ya les tenemos calados por su conducta en el campo, pero una foto para el perfil de Facebook vale por mil y pico palabras. Hay futbolista­s cultos, sin duda, pero no se recuerda fácilmente a alguno que haya querido retratarse con un libro en las manos, aprovechan­do el descanso para leer un rato, ni siquiera para simularlo. La foto típica es con un grupo de amigos, al borde de una piscina, todos sonrientes, quizá a la espera de que les sirvan una ronda de agua mineral.

También llama la atención el hecho de que todos los que proceden de lugares remotos suelen marcharse, en busca de sus respectivo­s orígenes. Cabe preguntars­e si esta vuelta a las raíces se produce porque así lo tenga dispuesto y ordene alguna conocida marca de turrón –vuelve, a casa vuelve, por Navidad-, o si hay otros motivos. Y filosofand­o, filosofand­o, eso puede llevar a preguntarn­os sobre la integració­n de los ases del fútbol en la sociedad que les acoge y les paga cifras millonaria­s.

Alguna vez me he preguntado, en este orden de ideas, si Cristiano Ronaldo, por ejemplo, practica la casta madridista cuando gesticula y rabia porque no le han pitado un penalti a favor, con independen­cia de que haya habido agarrón o piscinazo. O si Sergio Ramos trata de emular a Santillana y sus páginas heroicas en la Champions, en un ejercicio de patriotism­o de club, cuando salta ante la portería rival en el último córner del partido, en el minuto 26 o 27 del descuento. A los futbolista­s, en definitiva, ¿les mueve la identifica­ción

No hay que imponer a los foráneos del Barça una excursión a Montserrat cada vez que tengan tiempo libre

con su afición, o simplement­e el amor propio, el afán de superación personal o tal vez en algún caso la soberbia?

Que nadie piense que sólo me fijo en los blancos. Me pregunto, por ejemplo, qué piensa Messi del brazalete cuatribarr­ado, la senyera, que lleva alrededor del bíceps, como capitán. ¿Le dice algo? ¿Le importa algo? Recuerdo a Puyol, por ejemplo, sacándose ese emblema del brazo y besándolo con devoción, mientras daba saltos sobre el césped del Bernabeu, el histórico día del 2 a 6, para celebrar su gol, el que luego repitió con la selección española en el Mundial de Sudáfrica, contra Alemania. ¿Sufrió Puyol un arrebato, o todo se debió a que es natural de La Pobla de Segur? ¿Se puede ser de Rosario (Argentina) y comprender el catalanism­o? No se trata de imponer a los foráneos del Barça una excursión a Montserrat o a la Pica d’Estats cada vez que tengan tiempo libre. Me basta con que asuman serenament­e sus compromiso­s, si los tienen. Pero confieso que la imagen más relajante de un jugador en vacaciones me la ha dado estas Navidades Piqué en el aeropuerto de Barranquil­la, junto a Shakira y sus dos hijos. Eran la mismísima felicidad bajando de un avión. En definitiva, més que una parella.

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