Salvador busquets
En vez de cantarnos un villancico, dio una rueda de prensa para presentar ‘Frágiles’
de Barcelona, Juan José Omella, que además de estar en las cosas de Dios y en los pobres, que también son cosa de Dios, ha de estar muy atento a algunos periodistas. Me refiero a esos colegas que siguen intentando, sin éxito, cazarlo en alguna contradicción patriótica catalana. Pero este arzobispo, que conoce África, continente al que le gustaría volver, sabe esquivar muy bien las balas.
Cuando llegan estos días de compras, poinsetias, histerias motorizadas, belenes creativos, falsos gordos barbudos armados de campana, etcétera, siempre tengo más presentes a algunos barceloneses y barcelonesas que, en su momento, decidieron ocuparse de los más para una novela si se sabe exprimir bien. El problema es que escritores, periodistas y periodistas gráficos solemos confundir a los verdaderos pobres con otros que, aun siendo pobres, se dedican a interpretar, a sobreactuar su pobreza porque forman parte de una organización, a veces internacional. Y cada dos o tres meses les cambian el guión.
Yo creo que los periodistas tenemos la obligación de no equivocarnos de pobre. Y la mejor manera de acertar es ayudar, cada uno como quiera y pueda, a las fundaciones y organizaciones solventes que se ocupan de solucionar los problemas que nunca ha solucionado ni solucionará la política.