Valiente Carmena
Por fin el gobierno municipal de una gran ciudad española toma medidas estructurales contra una de las mayores amenazas para la salud pública: la contaminación del aire. Las áreas metropolitanas de Madrid y Barcelona suspenden de forma reiterada el examen de contaminación ambiental al que les somete la Unión Europea, con las consecuencias que ello conlleva. La polución, y en especial las partículas que salen de los tubos de escape de los coches, provoca más de tres millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Los bebés gestados en zonas con aire contaminado tienen más riesgo de nacer con bajo peso, lo que a su vez puede afectar a su futura salud cardiovascular y respiratoria y a su rendimiento intelectual, señala un estudio coordinado en el 2013 por el Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (Creal). La polución tiene también efectos negativos en el desarrollo del bebé incluso a los niveles tolerados por la Unión Europea. Y otro trabajo reciente del mismo centro científico revela que los niños que respiran aire sucio tienen un desarrollo cognitivo menor que aquellos que disfrutan de un aire más limpio.
¿Necesitan más argumentos los que estos días se han dedicado a machacar a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, por limitar el tráfico en el centro de la ciudad? Porque los hay. Existen muchos más datos que demuestran negro sobre blanco el peligro de la contaminación. De acuerdo que urge mejorar la red de transporte público y afinar la gestión de las restricciones de vehículos, pero nos convendría a todos que la salud de las personas quedase por encima de la comodidad particular y las disputas políticas. En este sentido, un bravo para Carmena.