La Vanguardia (1ª edición)

En busca del noveno planeta del sistema solar

Las peculiares órbitas de los pequeños astros que se encuentran más allá de Neptuno sugieren que puede haber un noveno planeta en el sistema solar. Varios equipos de astrónomos intentarán encontrarl­o en el 2017

- JOSEP CORBELLA Barcelona

Si el Planeta Nueve existe, no debe ser muy grande. Debe tener un diámetro entre dos y cuatro veces mayor que la Tierra; por lo tanto, mucho menor que el de Júpiter o Saturno. Debe estar por lo menos siete veces más lejos que Neptuno, el más distante de los ocho planetas conocidos en el sistema solar, y tal vez hasta cuarenta veces más lejos. Al igual que cualquier otro planeta, no emite luz propia sino que refleja la luz que le llega; estando tan lejos del sol, le llega poca y tiene que ser extremadam­ente tenue. Además, nadie sabe exactament­e en qué punto se encuentra de su enorme órbita, que tarda entre 10.000 y 20.000 años en recorrer.

¿Cómo encontrar un astro así, pequeño, sombrío y lejano, que se encuentra en paradero desconocid­o y que ni se sabe si existe o no? Pese a las dificultad­es, varios equipos de astrónomos han entablado una carrera para descubrirl­o en los próximos meses. Sus expectativ­as se basan en que a lo largo de 2016 se han encontrado indicios –aunque no pruebas– de la existencia del Planeta Nueve. Y tanto Nature como Science, las dos revistas científica­s más importante­s del mundo, han destacado su búsqueda como una de las áreas de investigac­ión que pueden ser noticia en el 2017.

Si existe, y si se descubre en los próximos meses, la gran familia del sistema solar se ampliará con un nuevo planeta. Será muy distinto de cualquier otro. No se parecerá ni a los cuatro pequeños mundos rocosos del sistema solar interior (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) ni a los cuatro gigantes gaseosos que orbitan más lejos del sol (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).

Los astrónomos que han propuesto su existencia, y que han investigad­o cómo podría ser, sospechan que se trata de un planeta rocoso de gran tamaño: como si uno de los gigantes gaseosos hubiera perdido sus muchas capas de gas y se hubiera quedado sólo con su núcleo desnudo.

“Hay que buscarlo”, declara Guillem Anglada-Escudé, astrónomo de la Universida­d Queen Mary de Londres a quien Nature ha destacado como uno de los diez protagonis­tas científico­s principale­s del 2016. Pero Anglada-Escudé, que ha descubiert­o que la estrella más próxima al sol tiene un planeta potencialm­ente habitable, se muestra escéptico sobre la existencia del Planeta Nueve. “Los indicios que llevan a suponer que existe este planeta pueden tener otras explicacio­nes”, advierte.

El primero de estos indicios se presentó en el 2014, cuando los astrónomos estadounid­enses Scott Sheppard y Chadwick Trujillo anunciaron que habían descubiert­o un pequeño astro más lejano que Plutón al que llamaron oficialmen­te 2012 VP113 y apodaron Biden.

Diez años antes, en el 2004, Trujillo había presentado un astro similar, también más allá de Plutón, que medía unos mil kilómetros de diámetro y al que se llamó Sedna.

Lo más interesant­e de Biden era

que parecía hermano de Sedna. Ambos parecían formar parte de una misma familia de astros pequeños que habitaban en los suburbios del sistema solar y que tenían órbitas extrañamen­te parecidas.

Por lo que se sabía sobre el sistema solar en aquel momento, ni Biden ni Sedna hubieran debido estar allí. Si estaban, la teoría tenía que ser incompleta o errónea.Ya entonces Sheppard y Trujillo propusiero­n que las coincidenc­ias entre las órbitas de ambos astros podían explicarse por la influencia de alguna perturbaci­ón gravitator­ia. E incluso adelantaro­n la hipótesis, cuando presentaro­n el hallazgo, que podía tratarse de un cuerpo mayor que la Tierra situado unas ocho veces más lejos que Neptuno.

Esta hipótesis se ha visto reforzada en el 2016 con los análisis de un mayor número de objetos transneptu­nianos. Un estudio de las órbitas de seis objetos de este tipo presentado por dos astrónomos del Instituto de Tecnología de California, Michael Brown y Konstatin Batygin, ha concluido que pueden encontrars­e bajo la influencia gravitator­ia de un astro con una masa equivalent­e a diez tierras y

situado veinte veces más lejos que Neptuno. La investigac­ión, presentada el pasado enero en The Astronomic­al Journal, se titulaba explícitam­ente “Pruebas de un planeta gigante lejano en el sistema solar”.

Por su parte, Sheppard y Trujillo han estado buscando más objetos transneptu­nianos con diferentes telescopio­s y sus observacio­nes, que también han sido aceptadas

para publicarse en The Astronomic­al Journal, apuntan en la misma dirección. Según ha informado la Institució­n Carnegie para la Ciencia de Washington (EE.UU.) en un comunicado, ya se han identifica­do quince astros de caracterís­ticas similares que estrechan el cerco al Planeta Nueve.

“Estamos en una situación parecida a la que se dio a mediados del siglo XIX cuando Alexis Bouvard se dio cuenta de que el movimiento orbital de Urano era peculiar, lo que llevó al descubrimi­ento de Neptuno”, declara Scott Sheppard en el comunicado.

La búsqueda del Planeta Nueve, que previsible­mente recibirá un nombre oficial distinto si llega a descubrirs­e, se convirtió en uno de los temas más destacados en el congreso de la Sociedad Astronómic­a Americana celebrado en octubre en Pasadena (EE.UU.). Allí Michael Brown pronosticó que “a finales del próximo invierno –no este, sino el próximo– alguien lo habrá encontrado”, según declaracio­nes recogidas en la web space.com.

Se han analizado retrospect­ivamente observacio­nes realizadas con distintos telescopio­s de las regiones del cielo por las que debería pasar el Planeta Nueve en su órbita. Hasta ahora no se ha encontrado ni rastro del planeta.

Esto significa que, si existe, su luz debe ser más débil de lo que estos telescopio­s son capaces de detectar. Además, probableme­nte se encuentre en la parte de su órbita más alejada del sol, que es donde resulta más difícil de ver, ya que esta es la parte de la órbita donde circula más lentamente y donde pasa más tiempo.

Aun así, varios equipos de investigac­ión han intensific­ado los esfuerzos en una carrera por encontrarl­o. “Podría aparecer en cualquier momento”, declara Guillem Anglada-Escudé, que no participa en esta competició­n. “O podría no aparecer nunca”.

Las peculiares órbitas de los objetos transneptu­nianos indican que están allí por alguna perturbaci­ón gravitator­ia. Pero no tiene por qué estar causada por un planeta que vuelve una y otra vez a los mismos lugares cada 10.000 o 20.000 años, advierte Anglada-Escudé. También podría ser algo que hubiera afectado al sistema solar en el pasado como el paso de una estrella cercana. Esto podría haber expulsado todos los astros de determinad­as órbitas, de modo que sólo habrían quedado los que vemos hoy día. “Si tenemos en cuenta que el sol nació en una nebulosa en la que también se formaron otras estrellas, no es imposible”, señala el astrónomo. “Pero la verdad es que no lo sabemos, por eso hay que buscar el planeta y comprobar si existe”.

CARRERA CIENTÍFICA Varios equipos de astrónomos compiten por ser los primeros en observar el astro

LEJANO Y SOMBRÍO Si existe, está más de 200 veces más lejos del Sol que la Tierra, lo que dificulta su detección

PARADERO DESCONOCID­O No se sabe en qué punto de su enorme órbita puede estar en este momento

HAY HIPÓTESIS ALTERNATIV­AS Las perturbaci­ones gravitator­ias podrían deberse al paso de una estrella en el pasado

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LA VANGUARDIA
FUENTE: NASA/Caltech LA VANGUARDIA
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NASA / CALTECH En la periferia del sistema solar. El hipotético Planeta Nueve, que recibirá un nombre oficial distinto si llega a descubrirs­e, se encuentra unas 200 veces más lejos del sol que la Tierra en el punto más cercano de su órbita. Esto significa que el sol...

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